Lic. Jordi Veras
La sociedad que hoy padecemos y en la cual estamos educando a nuestros hijos e hijas, tiene desvalores muy marcados y que ayer, lo que era un principio moral hoy es una excepción. El nivel de descomposición lo sentimos, en todos los ámbitos, antes tan sólo era en lo político, por eso dicha ciencia la han convertido en un desprestigio. Pero eso mismo lo podemos ver, en todo los órdenes sociales, el médico que no tienen vocación ni respeto por la vida, es lo que abunda; el abogado que utiliza la ley o lo legal para convertirse en un truhán más; o el que se hace cómplice de las diabluras y locuras de su cliente; o el que litiga de forma desleal; o el que se convierte e “carro público”, que toma todo lo que le lleven, tan sólo importa lo que le paguen.
Está el caso del ingeniero que comienza una obra y luego no puede o no tiene forma de entregar el proyecto prometido. El comerciante que te vende mercancías sobrevaluadas o especula.
Los ejemplos que se están promocionando o como de marco a seguir, es el que no tiene integridad, ni responsabilidad, ni asume compromisos con nada ni con nadie, que esta guiado por el tigueraje. Sin embargo, esos mismos que llevan esas conductas, son los primeros que exigen respeto, el cual no se ganan con sus hechos.
A propósito de todo esto que he indicado, tiene mucho que ver con lo que comenté con un grupo, a modo de reflexión, esta frase, enunciada por Mahatma Ghandi, la misma expresa lo siguiente: "Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible."
Como seres humanos, seremos evaluados por nuestro comportamiento como personas como un todo, o sea, cuál fue nuestra actitud como padres, esposos, vecinos, profesionales, entre otros. Cuando me enviaron esta frase, recordé de un pronto lo que mi papá siempre me ha dicho a mis hermanos y a mí, y cito:“Quisiera que el día que yo muera mis adversarios y mis amigos me juzguen por lo que yo he hecho, por mi actitud ante la vida, no por lo que nadie, que no me conozca, pueda decir de mí; “pero que no me juzgue solamente como abogado, como padre de familia, o como político, no”. “Que me juzguen en conjunto, porque yo soy una unidad humana”. “Es posible que aquí muchos hayan sido buenos como abogados, pero delincuentes como ciudadanos y sinvergüenzas como padres de familia”. “No soy un santo ni un demonio, soy un hombre de este mundo, de esta época, de esta sociedad, pero he tratado de ser coherente, de llevar una vida acorde como abogado, como ciudadano y como padre de familia”.
Pienso que todo el que desee algo mejor como sociedad, no ya para los que estamos sufriendo de tanta violencia, iniquidad, indiferencia e irrespeto; sino para nuestros hijos y futuros nietos, debemos hacer un esfuerzo porque los valores que hoy se muestran como correctos no sean acogidos por los hombres y mujeres del mañana, para que podamos formar una sociedad distinta a la de hoy, una sociedad nueva y renovada.