"Sirvan al Señor con alegría" (Sal 100,2)
"El gran mandamiento del amor al prójimo exige y urge a tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad respecto a quien, como yo, es criatura e hijo de Dios" Mensaje del Papa para la Cuaresma 2012.
Cuando nos damos cuenta de que somos "hermanos en humanidad y a veces, también en la fe", despertamos a la urgente necesidad de buscar el bien de los demás y de participar desde nuestro particular estado de vida, cualquiera que éste sea (ama de casa, padre, madre, hijo, hermano, abuelo, clérigo, religiosa, maestro, ejecutivo, trabajador del campo, oficinista, etc., etc.), para dejar una semilla que aunque pequeña, con la gracia de Dios, fructifique a favor de la humanidad.
Recordemos que no todos podemos llevar a cabo obras de impacto mundial, pero también recordemos que juntos, todos los que creemos en Jesucristo, cada uno poniendo lo mejor de nuestra parte, sumaremos esfuerzos y los frutos no se harán esperar.
"Sirvan al Señor con alegría" (Sal 100,2). Se sirve al Señor a través del servicio a nuestros semejantes. Esta actitud puede darse más fácilmente cuando somos conscientes de que ser cristianos es una vocación al servicio.
¿Cómo podemos servir a los demás en esta época de Cuaresma? "Limosna, oración y ayuno, camino de la pedagogía divina que nos acompaña hacia el encuentro con el Señor resucitado; un camino que hemos de recorrer sin ostentación con la certeza de que el Padre celestial sabe leer y ver también en lo secreto de nuestro corazón" (Benedicto XVI, 9 de marzo de 2011). Jesús nos invita a redescubrir estas tres obras de misericordia viviéndolas de manera más profunda. Cuando por amor a Él, cada uno de nosotros, hacemos algo por el bien del otro, por muy simple que sea, Dios lo transforma en algo glorioso. Él espera nuestra colaboración, para entonces intervenir y darle el toque divino.
Cuaresma es el tiempo ideal para aceptar esta invitación, amar al prójimo, estar atentos a las necesidades ajenas, ayudar con humildad. Podemos ofrecer nuestras oraciones por todos los que sufren y con nuestra limosna, ayudar a los más necesitados, los más débiles, pero también a los más alejados de Dios.
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Muchas gracias y Dios los bendiga.
Pilar Bacha de Camargo
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