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jueves, 1 de marzo de 2012

El desafío de los jóvenes frente a la pérdida de un ser querido


Julissa Grullón
julissa.grullon@listindiario.com
Santo Domingo
El duelo se presenta en el ser humano en cualquier circunstancia, ya sea cuando se realizan cambios o mediante la pérdida de algo material, espiritual o sentimental, en vista de que representa una vivencia y, por ende, un recuerdo que sólo el tiempo puede superar.

La pérdida de un ser querido es el duelo más difícil y el que conlleva más tiempo para reponerse, lo que demanda suma atención, sobre todo en los adolescentes, debido a la difícil etapa y los diversos cambios que enfrentan.

Los adolescentes se encuentran en una fase intermedia, donde no son niños, pero tampoco adultos, por tanto, les resulta cuesta arriba comprender el duelo o pérdida con la madurez de un adulto, pero menos aún pasar desapercibido el acontecimiento como un niño; por eso pueden mostrar diferentes, confusas y, en ocasiones, funestas situaciones, que sólo encuentran salida bajo la conducción de un profesional en el área, así lo expresa Ana Herrero, psicóloga especialista en terapia familiar y duelo en el Centro Cristiano de Asesoramiento Familiar Cecaf.

El duelo se asume de distintas formas y todo dependerá del vínculo, intimidad y dependencia de la persona que fallezca. De esta misma forma, variará el tiempo que dure sobreponerse ante el acontecimiento, las reacciones, y sobre todo las etapas y fases normales o no de dicho proceso.

El shock y negación, protesta, desorganización y finalmente reorganización son las fases normales del proceso de un doliente, etapas que traen reacciones de confusión, inquietud, estrés, llanto, conflicto, encierro, pero posteriormente, calma, fuerza y renovación.

Según la terapeuta Herrero, estas fases del duelo no constituyen un patrón a seguir, ya que no necesariamente se presentan todas, ni en el mismo orden, sino que variará dependiendo del doliente, de quien fallezca, las circunstancias y, sobre todo del apoyo emocional y social que puedan recibir.

Para los jóvenes es muy importante el mundo de sus iguales, pero es difícil consolar cuando no se ha pasado por ese proceso, por tanto la psicológa recomienda escucharles, apoyarles y nunca juzgarles.

Asimismo, considera que la familia es una pieza clave para un proceso normal de duelo, por lo que aconseja hablarle al joven con la verdad, indicarle que no es inmadurez llorar y que la sensación de extrañeza es normal.

Además es recomendable buscar asistencia de un profesional en la fe, ya sea sacerdote o pastor, según la creencia, de forma que pueda obtener orientación de carácter espiritual, para así comprender la historia y proceso de vida en esta etapa.

Indicios de ayuda profesional
El adolescente puede exteriorizar el proceso del duelo presentando diversos cambios, como agresividad, rebeldía, desinterés por los estudios, aislamiento, ira, rabia, culpa, tristeza, insomnio e inapetencia, reacciones normales dentro de los parámetros que se producen ante la pérdida.

También los jóvenes suelen utilizar mecanismos de defensa, como mostrar fortaleza, situación que los lleva a reprimir sus emociones y actúan como si no hubiera pasado nada, por lo que este intento de evadir la realidad, los conlleva, en ocasiones, al uso excesivo del alcohol, las fiestas, los estupefacientes e incluso pensamientos y actos suicidas.

Cuando se empiezan a notar este tipo de actuaciones que no son normales, es preciso tomar nota y buscar la ayuda de un terapeuta.

“No debemos entender que esas son actitudes normales, es una forma de evadir la realidad e intentar tapar el dolor que los invade, pero no es así, el dolor hay que vivirlo, hay que sentirlo, hay que superarlo, de una forma sana intentando que haga el menos daño posible”, indica Herrero.

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RECOMENDACIONES ANTE EL DUELO
Aceptar la pérdida: es el primer paso y, por tanto, difícil, pero fundamental para superar el proceso, ya que negar la realidad agudiza el procedimiento normal del duelo.

Sentir el dolor: hay que permitirse sentir tristeza, ira, miedo, rabia, impotencia y sobre todo llorar porque el exteriorizar esos sentimientos ayudan a una rápida recuperación.

Hablar de la persona fallecida: los jóvenes tienden a no hablar de quien falleció, pero es bueno y sano conversar e incluso evocar momentos divertidos sobre la persona fallecida, así se va aceptando poco a poco la pérdida.

Buscar ayuda de un profesional: nunca está de más buscar la ayuda de un especialista en duelo y más aún si notas reacciones anormales o si el duelo persiste mucho tiempo.

Aprender a vivir sin esa persona: con el paso del tiempo, será recomendable continuar, trazar una línea divisora entre los sentimientos y las responsabilidades, porque aunque duela la pérdida del ser querido, hay que seguir adelante. Reorganizarse y recuperar el interés por la vida.