Por Lic. Jordi Veras.
Hace unos diez años escribí un artículo con el título “El Ciudadano Decente”, el mismo tiene hoy más vigencia que nunca, porque las cosas no han cambiado mucho, al contrario a nivel de lo institucional ha ido en detrimento.
La sociedad de hoy, para el pícaro, el bandolero, el narcotraficante, el politiquero, el facineroso, el estafador, el mediocre y el trepador; es el ambiente que requiere y necesita que se mantenga. El nivel de descomposición que estamos padeciendo y que se está aupando por los grandes sectores, es el adecuado para el desorden donde pueden pulular todos aquellos que han decidido hacer de su vida una verdadera pocilga, sin embargo, en un ambiente social como el nuestro, es lo que se está aplaudiendo y generando.
El medio social que construimos hoy no es el que, el hombre y mujer decente requieren y contra el cual están chocando constantemente, por donde quiera que se mueven, debido a que lo que tenemos hoy es un desorden organizado. Porque el nivel de descomposición, como dije, ocupa prácticamente todas las instituciones del Estado pero ha llegado a todos los niveles.
En el artículo que mencioné al inicio, describí lo siguiente y cito:
“A medida que pasan los años se ha ido gestando una especie de cultura hacia lo corrupto, el fraude, la mentira, y todo lo que huela a podrido, en la sociedad dominicana, como si esto fuera lo que manda la regla de la moral. Aquel que no pueda entrar dentro de esos parámetros anteriormente señalados y aceptarlos como buenos, es posible que le hagan las cosas difíciles con tal de que adopte esas “virtudes”.
“Es normal que muchos dominicanos decentes, que viven y creen en su trabajo, aquellos que cumplen con la ley, el respeto el orden, y mantiene una moral intachable, se les hace difícil en ocasiones incorporarse a estamentos de posiciones públicas porque son vistos y considerados como estorbos, y se les busca sacar de circulación, son calificados de personas “embromonas o desadaptados”.
Continúo citando: “Asimismo cuando el ciudadano que cumple con sus responsabilidades frente a las diferentes instituciones de servicios del Estado, es a éstos que más trabas y complicaciones les ponen, sin embargo hay miles de vivos y malandrines que no cumplen en modo alguno, pero éstos lamentablemente no son molestados ni tocados”.
“Vivimos en momentos donde el ciudadano decente, aquel que es capaz de hacer primar su palabra, honor y vergüenza ante el dinero mal habido y sucio, se le pretende marginar, aislar y descalificar, dizque porque no está facultado, o son capaces y tienen el 'tupe' de cuestionar y poner en duda la moral, sin tener la calidad para ello”.
Como pudieron notar del artículo citado, la realidad de hace diez años, no ha mejorado. Este sistema está siendo creado y fomentado para que el hombre y la mujer decente, no tengan espacio, sea un estorbo o un o una inadaptada social, que no “quepa” en este desorden institucionalizado. Hay que buscar la manera de recuperar el espacio perdido, la sociedad exige organizar esto que luce 'patas arribas´, y abrirse paso entre los espacios que han dejado los que han hecho del robo, la estafa, el engaño, el irrespeto, la falta de institucionalidad, la deshonestidad, el crimen organizado, una estilo de vida.
Hoy da la sociedad que padecemos, está adecuada para el tíguere y el rastrero. Y eso debemos, todos los dominicanos y dominicanas que le duelen lo que estamos viendo, luchar para cambiar todo esto. De forma tal que los ciudadanos y ciudadanas decentes se sientan identificados con ese cambio y no con una sociedad para pícaros.