Daris Javier Cuevas
Entre los siglos XVI y XVII se crearon las bases para el desarrollo de las potencias económicas europeas (España, Francia, Inglaterra, Holanda, Países Bajos), en tanto que para la época, como aún no existía una economía monetaria, el valor residía normalmente en la acumulación de metales preciosos como el oro y la plata.
La base de la concepción económica no tenía una sustentación ideológica, sino que respondía al punto de vista de la actividad de empresarios y comerciantes, que orientaban su quehacer en pos de optimizar sus intereses particulares.
Aunque en este período no se generó una doctrina propiamente como tal, ya que más que la expresión de un pensamiento esto representó una forma de acción, pero sí se puede encontrar las ideas de los llamados mercantilistas como la expresión del pensamiento económico de la época y que trazó la pauta para desarrollar toda una discusión posterior que generó la organización científica del pensamiento económico.
Posterior a los ‘mercantilistas’, aparecieron los pensadores franceses denominados los ‘fisiócratas’ en la decadencia del siglo XVIII, a los cuales se les debe los primeros intentos de sistematización de la ciencia económica. Pues estos elaboraron una doctrina natural de la vida económica. Se preocuparon especialmente de la circulación, el producto social y la distribución de este último.
Su trascendencia se debe a que introdujeron el concepto del “laissez faire, laissez passer” (dejar hacer, dejar pasar), que es la primera intención elaborada con fundamentos que sugería la no participación del Estado en la economía. Para los fisiócratas la agricultura era el único sector genuinamente productivo de la economía capaz de generar el excedente del cual dependía todo lo demás.
La economía como ciencia logra su mayor trascendencia a partir de 1776 cuando Adam Smith publica su célebre obra “Naturaleza y Causa de la riqueza de las naciones”, cuyas ideas fundamentales se expresan en que el funcionamiento económico de la sociedad descansa en las leyes del mercado y en la interacción del interés individual y la competencia.
La tesis central de La riqueza de las naciones es que la mejor forma de emplear el capital en la producción y distribución de la riqueza es aquella en la que no interviene el gobierno, es decir, en condiciones de laissez- faire y de librecambio.
Para defender este concepto de un gobierno no intervencionista Smith estableció el principio de la `mano invisible’: todos los individuos, al buscar satisfacer sus propios intereses son conducidos por una `mano invisible’ para alcanzar el mejor objetivo social posible.
Así pues, tanto los fisiócratas como Smith ayudaron a extender las ideas de que los poderes económicos de los Estados debían ser reducidos y de que existía un orden natural aplicable a la economía. Sin embargo fue Smith más que los fisiócratas, quien abrió el camino de la industrialización y de la aparición del capitalismo moderno en el siglo XIX.
David Ricardo da mayor precisión al análisis de Smith, al demostrar que el comercio mutuamente beneficioso es posible aún cuando solamente existen ventajas comparativas. El punto de partida de la explicación que da Ricardo se basa en su teoría del valor al sostener que el valor de las mercancías depende de su costo en trabajo, donde, la cantidad comparativa de bienes producidos por el trabajo determina el valor relativo presente o pasado.
Según Ricardo, es el costo del trabajo relativo o comparativo de las mercancías en cada país, en lugar de los costos absolutos, lo que determina el valor en los intercambios internacionales.
El pensamiento económico elevó su grado de discusión científica cuando aparecieron las sesudas reflexiones de Carlos Marx, cuyo punto de partida era el discurso de los pensadores clásicos y filósofos del siglo XVIII y XIX. Pues su mérito radica, en consecuencia, en proponer una visión que integre el punto de vista de la concepción hechas por los pensadores que lo precedieron y es a partir de los cuales se origina la visión marxista de la economía.
La base de la teoría de Marx la constituye su análisis de la historia, visualizada mediante su concepción del materialismo dialéctico, en el que sostiene que en toda sociedad la división en clases está determinada por aquello que se produce, como se produce y por la forma en que se intercambia la producción. Marx construyó su modelo económico para demostrar como el capitalismo explotaba necesariamente a la clases trabajadora y que esta explotación conduciría inevitablemente a su destrucción.
La clave de la explotación, en este sistema, está en el hecho de que existe una diferencia entre el salario que recibe un trabajador y el valor del producto que produce. A esta diferencia es lo que Marx llamó plusvalía.
La trascendencia del pensamiento económico se consolidó en el siglo XX cuando el economista inglés John M. Keynes apareció con su obra capital “La teoría general del empleo, el interés y el dinero” la cual pasará a constituir una nueva rama de la economía conocida como macroeconomía.
La tesis fundamental de Keynes es que el sistema de mercado libre o laissez faire ha quedado anticuado y que el Estado debe intervenir activamente para fomentar el empleo, forzando la tasa de interés a la baja (también estimulando la inversión) y redistribuyendo la renta con el objetivo de aumentar los gastos de consumo.
Otorga al Estado un vasto papel para estabilizar la economía en el nivel de pleno empleo.
El autor es economista.