Manuel Hernández Villeta.
Hay dos estamentos sociales que son vitales para controlar la violencia en cualquiera de sus manifestaciones: la justicia y la policia. Si se pierde la confianza en cualquiera de estos dos instituciones, entonces la lucha estará perdida, se multiplicará la violencia, y las venganzas personales. La Policía debe seguir siendo un verdadero auxiliar de la justicia, y se le deben dar los recursos para que pueda trabajar.
Pero también la policía tiene que tener un rostro amable. En ocasiones los agentes creen en la cara fea, y evitan una sonrisa. Enseñan músculos, en vez de dar la mano
A propósito hay una información de la Policía que me pone a reflexionar: La Dirección Central de Estadísticas y Cartografía de la Policía Nacional informó que las cifras de homicidios y los actos delincuenciales disminuyeron en la Capital en más de 26%, desde el 1º de enero del 2011 hasta noviembre de ese mismo año.
Veo demasiado optimismo. Creo que el crimen es uno de nuestros principales dolores de cabeza. La Policía es la ejecutora de la política para enfrentar el crimen, y si surge en ella el optimismo, es un buen síntoma.
Pero la percepción de la gente en la calle es que el crimen está subiendo, que agarra por el cuello a los ciudadanos y los coloca al borde de la muerte.
Una de las principales tareas que ha ejecutado este jefe de Policía es meter el bisturí en podredumbres internas, y tratar de sanear la institución, capacitar y tecnificar a sus miembros.
Señor Jefe de Policía reconozco su trabajo y le voy a hacer una sugerencia. Vaya en manga de camisa a los barrios y dese un baño de pueblo en Gualey, Guachupita, Vietnam, Cristo Rey, Herrera, Los Alcarrizos. Allí hay gente que necesita sentirse protegida y que vea que la Policía tiene un rostro humano.
A la policía hay que ponerla a jugar dominó en los barrios, a estar en franela con los muchachos que juegan beísbol y baloncesto. Esa es la policía preventiva.
La Policía tiene que ser como el Dios Jano, tener dos manos; en una la macana y la pistola, y en la otra la rosa y el abrazo. Castigo al que se lo merece y seguridad al ciudadano respetuoso de la ley.
El tema de la Policía, es material permanente, es el guardián de nuestra tranquilidad. Sus agentes son mujeres y hombres que arriesgan la vida, para salvar las de otros.
Tenemos que condenar a la Policía cuando comete excesos, pero no ser mezquinos y negarle el reconocimiento cuando hace una buena labor, y ejerce su tarea preventiva.
Es hora de que la policía se de un baño de pueblo. Que desaparezca el temor de la policía a las masas, para que el pueblo se sienta protegido con el uniformado.
Pero me parece que el crimen está avanzando y colocando contra la pared a la sociedad…vamos a pararlo a tiempo.