Por José Miguel Arráiz.
Recientemente el padre José María Iraburu ha hecho en su blog un resumen bastante completo sobre la situación de la Fraternidad San Pio X, acompañado de una serie de reflexiones que yo suscribo en su totalidad, por lo que quiero aprovechar también de hacer algunas observaciones sobre el tema, en base a algunos comentarios que he visto en la blogósfera vinculada a los sitios simpatizantes al lefebvrismo.
¿Por qué tratar el tema ahora?
Cuando escribo este tipo de post, siempre recibo, de parte de algunos lectores, una numerosa cantidad de comentarios que expresan que tratar el tema del lefebvrismo puede obstaculizar de alguna manera el regreso de estos hermanos a unidad. Algunos dirán que es completamente inoportuno, y otros pensarán que es una falta a la caridad, por lo que en esta ocasión he pensado responderles anticipadamente:
Me parece importante tratar el tema del lefebvismo, porque es un hecho en mi opinión indiscutible, que muchos partidarios y simpatizantes de la ideología lefebvrista, están aprovechando que la excomunión ha sido remitida, para seguir haciendo proselitismo y difundiendo su ideología. La verdad no se, ni tengo idea cuando puede tomar que se resuelva este conflicto, así como tampoco se cuantas veces la Fraternidad va a terminar “rebotando” el preámbulo doctrinal que les ha impuesto la Santa Sede para regularizar su situación, pero si se que mientras esto ocurre, ellos siguen insistiendo en las mismas cosas que venía insistiendo el arzobispo Marcel Lefebvre, presentando información muchas veces sesgada respecto a su situación, y confundiendo a muchos católicos sinceros que perciben los problemas que tenemos en la Iglesia, embebiéndoles en una actitud cismática y poniéndolos en contra del Papa y los obispos en comunión con él.
La apologética católica tiene el deber no solamente de corregir al que erra, sino también el de proteger al que permanece fiel pero es vulnerable a los errores. Callar por un temor infundado de alejar a algunos, dejando desamparados a otros, no me parece precisamente el mejor curso de acción.
¿Está en cisma la Fraternidad San Pio X?
Una pregunta que suele irritar mucho a los lefebvristas, y aunque no pretendo restregarles en la cara el calificativo de “cismáticos”, es necesario analizar su situación de manera objetiva, y para ello hace falta repasar un poco la historia:
-En la Carta Apostólica en forma de “motu proprio” “Ecclesia Dei” de S.S. Juan Pablo II escribe (las negritas son mías):
“Las particulares circunstancias, objetivas y subjetivas, en las que se ha realizado el acto del arzobispo Lefebvre, ofrecen a todos la ocasión para reflexionar profundamente y para renovar el deber de fidelidad a Cristo y a su Iglesia.
Ese acto ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia - que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano - constituye un acto cismático. Al realizar ese acto, a pesar del monitum público que le hizo el cardenal Prefecto de la Congregación para los Obispos el pasado día 17 de junio, el reverendísmo mons. Lefebvre y los sacerdotes Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta, han incurrido en la grave pena de excomunión prevista por la disciplina eclesiástica” .
Más adelante:
La raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición: imperfecta porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición, que - como enseña claramente el Concilio Vaticano II - arranca originariamente de los Apóstoles, “va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo; es decir, crece con la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón, cuando comprenden internamente ellos misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad”
…
En las presentes circunstancias, deseo sobre todo dirigir una llamada a la vez solemne y ferviente, paterna y fraterna, a todos los que hasta ahora han estado vinculados de diversos modos con las actividades del arzobispo Lefebvre, para que cumplan el grave deber de permanecer unidos al Vicario de Cristo en la unidad de la Iglesia católica y dejen de sostener de cualquier forma que sea esa reprobable forma de actuar. Todos deben saber que la adhesión formal al cisma constituye una grave ofensa a Dios y lleva consigo la excomunión debidamente establecida por la ley de la Iglesia(8).
De esta carta apostólica del Papa quiero resaltar dos cosas:
1) El arzobispo Marcel Lefebvre cometió un acto cismático gravísimo , por lo que incurrió junto con los obispos ordenados por él en pena de excomunión.
2) En ese contexto el Papa advierte que “Todos deben saber que la adhesión formal al cisma constituye una grave ofensa a Dios”
Cuando he platicado el contenido de esta carta con algunos partidarios del lefebvrismo, me han alegado en forma insistente que allí Juan Pablo II no estaba diciendo que la Fraternidad estaba en cisma, pero todos sus argumentos siempre me han parecido a mi modo de ver, como una pobre forma de intentar tapar el son con un dedo.
La cuestión no es muy difícil de entender: Si el Papa dice que han cometido un acto gravemente cismático, e inmediatamente nos advierte del peligro que implica adherirnos formalmente al cisma, cabe preguntarse ¿a qué cisma se está refiriendo? ¿Al de Martín Lutero? ¿Al cisma de oriente? ¿al de los jacobitas quizá?
- Posteriormente el cardenal Darío Castrillón Hoyos, Presidente Emérito de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, afirmó que los lefebvristas no eran cismáticos (negritas son mías):
“Lo digo con franqueza: los lefebvrianos no son cismáticos” la afirmación es del cardenal colombiano. El cardenal explica: “Cuando digo esto no me refiero a los Obispos que fueron ordenados sin el permiso del Papa, que era una violación de las normas canónicas, y por lo tanto ameritaba la excomunión. Pero a pesar de lo que dicen, los tradicionalistas y lefebvrianos no son cismáticos. Me refiero a los cientos de fieles tradicionalistas, amantes de la Iglesia tradicional, ligados a esa Iglesia tradicional y que en la doctrina se encuentran en plena comunión. Es por eso que afirmo que no se puede definir a todos los lefebvrianos como cismáticos, es un error de generalización.”
De dichas opiniones yo entiendo que:
1) Cuando dice que los lefebvristas no son cismáticos, no está hablando de los obispos que incurrieron en la excomunión, sino solo a los fieles tradicionalistas.
2) Por tanto sería un error de generalización definir a todos los lefebvristas de cismáticos.
- Posteriormente Msr. Camille Perl, Vicepresidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei (PCED) respondió con una carta fechada en Mayo 23 del 2008, a una serie de preguntas, donde clarificaba la situación actual de la Fraternidad, y las palabras del Cardenal Castrillón Hoyos. Veamos algunos fragmentos:
“P: ¿Es esta su mera opinión privada, o [es] la enseñanza oficial de la Iglesia Católica en su capacidad oficial como jefe de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei?
PCED: “Las afirmaciones hechas por el Cardenal Castrillón necesitan ser entendidas en un sentido técnico, canónico. Declarar que la Sociedad de San Pío X “no está en cisma formal” es decir que no ha habido declaración oficial de parte de la Santa Sede de que la Sociedad de San Pío X está en cisma. Hasta ahora, la Iglesia ha buscado mostrar el máximo de caridad, cortesía y consideración por todos aquellos implicados, con la esperanza de que tal declaración no sea eventualmente necesaria.”
De esta aclaración entiendo lo siguiente:
1) El cardenal Castrillón Hoyos cuando habla de “cisma” (a secas) está hablando de cisma formal, pero no estaba negando que los lefebvristas sean materialmente cismáticos, o tengan una mentalidad cismática que posteriormente pueda llevarles al cisma formal. Del contexto mismo de estas palabras se entiende cuando menciona que la Iglesia ha buscado el máximo de caridad y cortesía con la esperanza que tal declaración no sea necesaria.
2) Esto se confirma más adelante cuando Msr. Camille Perl habla de la licitud de asistir a las misas celebradas por la Fraternidad:
“En tanto es cierto que la participación en la Misa en las capillas de la Sociedad de San Pío X, no constituye en sí misma “adherencia formal al cisma” (cf. Ecclesia Dei 5, c), tal adherencia puede acaecer en un periodo de tiempo en el que uno embeba una mentalidad cismática que lo separe a uno mismo de la enseñanza del Supremo Pontífice y de toda la Iglesia Católica.”
Observe lo que la propia Comisión Ecclesia Dei está dejando claro: aunque participar en las Misas lefebvristas no constituye en sí misma una adherencia formal al cisma, si asisto luego de un tiempo puedo verme embebido de una “mentalidad cismática”.
¿Pero cómo sería esto posible si entre el lefebvrismo no hay una mentalidad cismática?. La única forma en que alguien pudiera ser embebido de una mentalidad cismática es que entre en contacto prolongado con personas de mentalidad cismática. El propio contexto así lo infiere cuando habla de que la adherencia al cisma puede ocurrir al cabo de un tiempo de asistir a dichas misas.
De esto yo entiendo que la Comisión Ecclesia Dei si bien está aclarando que la Fraternidad San Pio X no está en cisma formal, por lo menos si lo está en cisma material o embebida de una mentalidad cismática de la que hay que apartarse.
¿Está prohibido asistir a misas lefebvristas?
Otra idea errónea que he visto difundir en algunos blog de corte lefebvriano es que no hay nada malo con recibir los sacramentos de la FSSPX, y que la misma Comisión Eclesia Dei lo tiene permitido. Lo cierto es que si uno examina realmente lo que ha dicho la Comisión al respecto se encuentra con que es sustancialmente distinto:
“Los sacerdotes de la Sociedad de San Pío X están válidamente ordenados, pero suspendidos, eso es: prohibidos de ejercitar sus funciones sacerdotales porque no están propiamente incardinados en una diócesis o instituto religioso en plena comunión con la Santa Sede (cf. Código de Derecho Canónico, canon 265) y también porque aquellos ordenados después de las ordenaciones Episcopales fueron ordenados por obispos excomulgados. “Concretamente, esto significa que las Misas ofrecidas por los sacerdotes de la Sociedad de San Pío X son válidas, pero ilícitas, i.e., contrarias a la Ley Canónica. Los Sacramentos de la Penitencia y del Matrimonio, sin embargo, requieren que el sacerdote goce de facultades de la diócesis o tenga delegación propia. Como ese no es el caso con estos sacerdotes, estos sacramentos son inválidos. Queda cierto, sin embargo, que, si los fieles son genuinamente ignorantes que los sacerdotes de la Sociedad de San Pío X no tienen la facultad propia para absolver, la Iglesia suple estas facultades para que así el sacramento sea valido (cf. Código de Derecho Canónico, canon 144) . En tanto es cierto que la participación en la Misa en las capillas de la Sociedad de San Pío X, no constituye en sí misma “adherencia formal al cisma” (cf. Ecclesia Dei 5, c), tal adherencia puede acaecer en un periodo de tiempo en el que uno embeba una mentalidad cismática que lo separe a uno mismo de la enseñanza del Supremo Pontífice y de toda la Iglesia Católica. Mientras esperamos y oramos por una reconciliación con la Sociedad de San Pío X, la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei” no puede recomendar que miembros de los fieles frecuenten sus capillas por las razones que hemos arriba expuesto. Lamentamos profundamente esta situación y oramos para que una reconciliación de la Sociedad de San Pío X con la Iglesia pueda llegar, pero hasta tal tiempo, las explicaciones que hemos dado permanecen en vigor.”
Destaco algunos puntos importantes de lo reseñado:
1) Los sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X están suspendidos a divinis, y tienen prohibido ejercer sus funciones sacerdotales.
2) Todas las misas que celebren, aunque válidas son ilícitas. ¿Qué se entiende por “ilícito”?. Según el diccionario de la RAE significa “No permitido legal o moralmente” . Lo que quiere decir, que la Iglesia no tiene permitido a los sacerdotes de la FSSPX celebrar dichas misas, ni a los fieles católicos asistir, de la misma manera que son ilícitas las misas en las iglesias ortodoxas, y solo se tiene permitido asistir a ellas en caso que extrema necesidad: por ejemplo, que sea imposible asistir a una misa lícita, y así cumplir con el precepto dominical.
3) Las palabras que algunos simpatizantes del lefebvrismo toman para alegar que la asistencia a esas misas está permitida, son aquellas donde se dice “que la participación en la Misa en las capillas de la Sociedad de San Pío X, no constituye en sí misma adherencia formal al cisma” , pero si uno lee bien todo el texto se da cuenta que está descontextualizada. Allí no se está respondiendo si se permite o no asistir a dichas misas (ya se acaba de decir que son ilícitas), sino si la mera asistencia implica una adhesión formal al cisma.
Dicho de otro modo, si alguien, por su amor a la liturgia tradicional, decide asistir alguna vez a una misa de la FSSPX, no por eso ya es cismático, pero tampoco quiere decir que esté obrando correctamente.
4) Más adelante el mismo texto lo confirma cuando señala que ”la Pontificia Comisión Ecclesia Dei no puede recomendar que miembros de los fieles frecuenten sus capillas por las razones que hemos arriba expuesto”.
5) La comisión también aclara que los sacramentos del matrimonio y la penitencia no son solo ilícitos sino también inválidos. Esto quiere decir, que si alguien, sabiendo esto, va y se confiesa o lo casa un sacerdote de la FSSPX, le vale lo mismo que si se confiesa o lo casa el panadero, su mejor amigo, o hasta su mamá.
Por lo tanto, quienes afirman que no hay ningún problema con asistir a las misas de la FSSPX y se apoyan en lo dicho por la Comisión Ecclesia Dei, lo que hacen es presentar la situación de manera sesgada. Es irrelevante si lo hacen por ignorancia o de manera dolosa, porque no se trata de juzgar el fuero interno de nadie, pero es importante informar a los fieles católicos cual es verdaderamente la situación de la FSSPX.
Yo no necesito que me amenacen con la excomunión para no asistir a las misas de la FSSPX, me basta con que la Iglesia no me lo recomiende, y que advierta que son misas ilícitas con riesgos implicados para mi salud espiritual (no es cosa pequeña el riesgo de ser embebido en una mentalidad cismática).
¿Está la Fraternidad San Pio X en plena comunión con la Iglesia?
Otra afirmación que es frecuentemente utilizada por los simpatizantes de la fraternidad para ganar adeptos, ya que esto les ayuda a encontrar oídos más dóciles a su ideología. Por desgracia, la situación no es tan simple, y ya a este respecto había dicho el Papa en su carta sobre la remisión de la excomunión de los obispos consagrados por el arzobispo Lefebvre:
“Una ordenación episcopal sin el mandato pontificio significa el peligro de un cisma, porque cuestiona la unidad del colegio episcopal con el Papa. Por esto, la Iglesia debe reaccionar con la sanción más dura, la excomunión, con el fin de llamar a las personas sancionadas de este modo al arrepentimiento y a la vuelta a la unidad. Por desgracia, veinte años después de la ordenación, este objetivo no se ha alcanzado todavía. La remisión de la excomunión tiende al mismo fin al que sirve la sanción: invitar una vez más a los cuatro Obispos al retorno.”
De las anteriores palabras del Papa entiendo lo siguiente:
1) Las iglesia debía aplicar la sanción de excomunión a los obispos lefebvristas, como medio de llamarles al arrepentimiento y a la “vuelva a la unidad”
2) Incluso luego de la remisión de la excomunión, el objetivo de la vuelta a la unidad “no se ha alcanzado todavía” . Y si este no se ha logrado todavía, es falaz hablar de plena comunión.
La falacia de “los abusos”
Siendo padre de tres niñas, ocasionalmente tengo que regañar a alguna por comportarse mal. En ocasiones las excusas que suelen utilizar para justificarse son bastante pobres, como por ejemplo, un día en que una de ellas dijo una mentira y yo le recordaba que eso estaba mal; ella me respondía que su otra hermana también decía mentiras y más a menudo, dándome a entender que su falta no era tan grave.
Curiosamente es básicamente la misma actitud que he visto que toman muchos simpatizantes del lefebvrismo, cuando uno les señala sus errores. Comienzan a mencionar como entre el sector progresista, encontramos casos mucho peores: grotescos abusos litúrgicos, verdaderos casos de herejía, donde sacerdotes y religiosas rechazan públicamente la enseñanza de la Iglesia (Hans Küng, Teresa Forcades, Leonardo Boff, etc.).
Basta decir que este argumento es esencialmente falaz. No justifica a alguien que actúe incorrectamente que otros actúen peor, ni deja ser necesario para ambos ser corregidos. En mi opinión personajes como Hans Küng o Teresa Forcades hace mucho tiempo que dejaron de ser católicos, pero aún así, esto no justifica a los primeros.
En opinión de algunos reconocidos apologetas católicos, como Dave Armstrong, la influencia del lefebvrismo puede en algunos casos ser tan peligrosa como el modernismo, porque muchos tradicionalistas tienen una apariencia de ser devotos y ortodoxos creyentes católicos, pero en ellos está el veneno de la desobediencia a la autoridad de la Iglesia, tal como Lutero y todos los cismáticos y herejes a través de la historia. El hecho de que un tradicionalista pueda parecer un perfecto católico ortodoxo, le hace mucho más peligroso, ya que todo error tiene un elemento de verdad para engañar (hablando en el sentido de la guerra espiritual y no de motivos personales de consciencia). Muchos católicos pueden ver claramente los errores de los progresistas cuando deforman descaradamente el depósito de la fe, pero no pueden discernir con igual rapidez los errores de los lefebvristas, por ser más sutiles, complejos y ambiguos.
La falacia del “voluntarismo”
Otro común falacia de parte de lefebvristas, es el de acusar de “voluntaristas” a todos aquellos que pueden asentir íntegramente a la enseñanza de la Iglesia. Si alguien les recuerda que el Papa habla continuamente de la hermenéutica de la continuidad, ellos alegan que dicha hermenéutica es imposible porque no se puede ver continuidad en textos que para ellos son contradictorios. El hecho es que una cosa es que para sus intelectos lo sean, y otra que para el de los demás también. Este era precisamente uno de los errores que le reprochaba el Papa a Lefebvre cuando era prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe:
“…habla usted de “afirmaciones o expresiones del Concilio que son contrarias al Magisterio oficial de la Iglesia". Además usted enumera tres textos conciliares “incompatibles”, a su modo de ver, con el Magisterio pasado, añadiendo incluso “etc."…No puede afirmar la incompatibilidad de los textos conciliares - que son textos Magisteriales - con el Magisterio pasado y la Tradición. Le es posible decir que personalmente, no ve esta compatibilidad, y en consecuencia puede pedir a la Sede Apostólica explicaciones. Pero si afirma la imposibilidad de tales explicaciones, se opone profundamente a la estructura fundamental de la fe católica. Sólo es auténtica y tiene autoridad la interpretación del Magisterio, que es el intérprete de sus propios textos: ya que los textos conciliares no son los escritos de tal o cual experto; son documentos del Magisterio.”
Cardenal Ratzinger (Carta a Lefebvre,1983): )
El argumento en sí mismo no podría ser más absurdo, porque si es voluntarismo asentir íntegramente al concilio Vaticano II ¿quiere decir que son también “voluntaristas” todos los pontífices desde el Papa Pablo VI hasta el presente? ¿fueron voluntaristas los 2.540 padres conciliares que asistieron al Concilio y que aprobaron sus documentos?. Flaca argumentación la que cae en un juicio temerario con el prójimo en base a las propias limitaciones intelectuales.
En algunos casos llegan a extremos tan insólitos, como es la de insinuar que el Papa predica una hermenéutica de la continuidad en la que no “cree”, y cuando se les echa en cara, intentan justificar sus veladas acusaciones de hipocresía al Papa, afirmando que lo hace por “prudencia”. No solo pretenden de este modo conocer las intenciones del corazón del Papa, mientras que por el otro le le calumnian acusándole de estar infectado de modernismo.
¿Qué debemos hacer nosotros los católicos?
A este respecto me parece muy lúcida la exhortación que hace el padre Iraburu al final de su resumen: “No escuchen la llamada de quienes declaran extraviados al Papa y a los Obispos. Aléjense de ellos como del veneno. Únanse más que nunca al Papa y a sus propios Obispos en esta hora tan difícil para los creyentes”.
El que no recoge desparrama, y lo cierto es que los lefebvristas pretendiendo recoger vienen “desparramando” desde ya hace bastante tiempo.