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domingo, 15 de enero de 2012

Como cada Domingo


Escrito por: José Rafael Sosa
De nuestra profesión (hablo de la comunicación) se ha hablado tanto y tanto en torno a sus éticas (son muchas y variadas) su compromiso, su misión, sus aportes, sus excesos.

Sin embargo, a veces se producen hechos en los que se muestra lo que es capaz de hacer el buen periodismo de compromiso.

Vianco Martínez, amante de tomar los caminos de las sierras, se encontró con que la escuela de El Roblito, en Azua, allá arriba en la loma, estaba destruida y no se cumplían las promesas que durante años se habían hecho para rehabilitarla.

El trajo la denuncia a los medios en Santo Domingo, escribió sobre el tema, suministró fotos del estado lamentable en que estaba la escuela, la ausencia de un maestro que se había prometido.

Otros colegas periodistas tomaron el tema eco. Entre ellos estuvieron Pablo Mckinney, María Elena Núñez, Lisette Selman, Patricia Solano.

El resultado de tanto afán es que se llegó con la información al corazón de la ministra de Educación, Josefina Pimentel, encabezó el acto de inauguración del centro educativo El Roblito, construido con una inversión de dos millones 988 mil 024.14 pesos.

La re-inauguración de la escuela de El Roblito es una muestra de un periodismo de compromiso, de ese que no ha perdido razón de ser y actuar.

Un reconocimiento especial a Vianco Martínez por su constancia, por su actitud y por su empeño de no permitir que las costras de la indiferencia enmarquen su piel.

Lastimeramente no pudimos asistir a ese acto, pese a la gentileza de Emilia Pereyra al invitarnos, pero compromisos previos lo impidieron.

Bien visto el hecho, no tiene esta inauguración mucha diferencia entre la donación de la Universidad Henry Christophe y la reinauguración en El Roblito. Ambos hechos redundan en la misma necesidad de aportar cada vez más a la educación.