Felipe de Jesús Colón Padilla
El 23 de diciembre del año 1978, la iglesia universal vivía los últimos días del tiempo de adviento, las parroquias y las comunidades celebraban la feria de la Navidad, o los aguinaldos navideños, mientras que en Roma, transcurrían dos meses del pontificado de Juan Pablo II (16 de octubre), en la República Dominicana, vivía una nueva etapa con la ascensión al poder de Silvestre Antonio Guzmán Fernández (16 de agosto). En ese marco social y eclesial, Mons. Juan Antonio Flores Santana, obispo de la Diócesis de La Vega, en la iglesia San Agustín, ciudad de La Vega, ordenaba sacerdote, al hoy ilustrísimo Mons. Ramón Benito Ángeles Fernández, actual párroco de la parroquia san Antonio de Padua, sector, Gascue, de Santo Domingo.
El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, junto a otros sacerdotes y una nutrida feligresía, amigos y familiares, ofreció la misa de acción de gracias por los 33 años de vida sacerdotal, y felicitó a Mons. Ángeles por haber dedicado su vida al servicio sacerdotal con tanto esmero y dedicación.
La homilía estuvo a cargo de Monseñor Lorenzo Daniel Vargas Salazar, quien destacó el trabajo que ha realizado Benito Ángeles en las más de tres décadas que tiene sirviendo como sacerdote. Decía en la homilía el coordinador del Instituto Nacional de Pastoral, lo que sigue: “Monseñor Ángeles, siempre se muestra disponible para que las cosas salgan bien, y es un pastor dedicado a la obra que tiene por delante. Benito Ángeles tiene una vida muy fecunda, alegre, dedicada. Debe seguir siendo el Emmanuel”.
Monseñor Benito Ángeles nació en Arenoso, La Vega, el 17 de marzo del año 1949. Es el mayor de 12 hermanos, fueron sus padres: Rafael Ángeles y Dolores Fernández. Este fecundo matrimonio entregó a la iglesia, dos sacerdotes: Benito y Diómedes. Donde se cultiva la fe, y se vive desde la gracia de Dios, la consecuencia es: cristianos comprometidos y vocaciones sacerdotales y religiosas.
Conocí al Padre Benito Ángeles en agosto de año 1987, fue mi formador en 2do y 4to de filosofía, aprendí mucho de su enseñanza verbal y testimonial, fueron años de crecimiento, de entusiasmo vocacional, que sabiamente inyectaba el Padre Benito a sus queridos seminaristas, como él solía decir. Se mostraba amigo, cercano, y siempre creía en la sinceridad de los seminaristas. Enfático en las verdades que defiende. Creativo, emprendedor y promotor del desarrollo humano y espiritual del hombre. Sacerdote en todo lo que hace y dice.
Mientras estuvo en el Seminario Mayor Santo Tomas de Aquino (1987), fue formador, profesor de teología moral, y vicerrector académico. De ahí pasaría a ser rector magnífico de la Universidad Católica y Tecnológica del Cibao (UCATECI). 1991-2001; luego secretario de Conferencia del Episcopado Dominicano. (2001-2007). Mientras se desempeñaba como secretario, el Señor Cardenal lo nombra párroco de la parroquia san Antonio de Padua, Gascue. Más tarde convierte esta parroquia en una parroquia mediática, para difundir los valores cristianos y humanos a la presente generación, a través de la radio, televisión e internet. Fundador del Centro de Formación Integral Juventud y Familia (CEFIJUFA), de la Arquidiócesis de Santo Domingo, el cual nace para ofrecer, promover, desarrollar e implementar en la juventud y en la familia un nuevo estilo de vida centrado en Jesucristo, comprometido en la Iglesia Católica, basado en los más genuinos valores humanos y espirituales, así como en la formación de un liderazgo gerencial en valores.
Las palabras pronunciadas en la homilía por Mons. Flores Santana el día de su ordenación, lo marcaron para toda su vida, y podemos decir, que el Padre Benito asimiló cada palabra que inspiró el Espíritu Santo al obispo Flores en ese momento extraordinario de su vida de cristiano.
He aquí algunos fragmentos de aquella memorable y sucinta homilía: “si quieres ser una persona feliz y ser causa de alegría y satisfacción para el Pueblo de Dios, entrégate por completo, sin regateo, sin escamoteo, a vivir a Cristo y tu vocación. Ama de corazón a Cristo y a todos, pero sin buscar con egoísmo el placer en el amor. Parece una vocación dura y difícil, pero no es tanto, para el que toma la cosa con sencillez de corazón y toma por apoyo y sostén en el camino de Cristo y a su Madre, que también es nuestra Madre. Parecen grandes las renuncias que hay que hacer durante toda la vida, pero no es tanto cuando uno se fija que vale la pena; si vale la pena comprometer su vida total y absolutamente por la persona de Cristo y por su causa, por su reino; el jugarse el todo por el todo…”.
Felicidades Mons. Benito, Dios lo siga colmando de abundantes bendiciones y salud física, para que continúe trillando los caminos de la fe, de la esperanza y del amor.
El autor es: Vice-canciller del Arzobispado de Stgo.