En una entrevista concecida a Álvaro de Juana para La Razón, Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, analiza la situación de la institución familiar con motivo de la celebración de la Misa por las Familias que tendrá lugar mañana en la madrileña plaza de Colón. Argüello asegura que Europa se juega su futuro sobre la familia cristiana, se pregunta cómo es posible que en nuestra sociedad se sigan matando a los niños antes de nacer y advierte de la pérdida de vigencia de los diez mandamientos, fundamento de nuestra civilización judeocristiana.
(Alvaro de Juana/La Razón) Miles de jóvenes del Camino Neocatecumenal participarán mañana en esta gran fiesta, como han hecho cada año. Desde Europa llegarán miles de ellos para dar gracias por su familia y el iniciador del Camino –Doctor Honoris Causa por su apoyo y defensa de la familia- estará como cada año en Colón.
–Podríamos decir que Madrid se ha convertido ya en la capital de la familia en Europa. ¿Por qué es necesario continuar celebrando este Día de la Familia?
Porque Europa se juega su futuro sobre la familia cristiana. La realidad es que no nacen hijos y falta el cambio generacional. Basta con estudiar un poco lo que sucede en el norte de Europa, donde las familias están prácticamente destruidas. Es una sociedad en la que la gente está sola y esto afecta a la economía porque, por ejemplo, consumen sólo un tipo de alimentos y el comercio se estanca. En una familia con cinco hijos los niños necesitan zapatos, camisas, etcétera. Toda la industria, la economía, se regenera. La familia educa a los hijos en el amor y en la solidaridad hacia los demás. Es algo de sentido común. Pero, ¿qué está sucediendo en la Europa de hoy? Queremos también dar un testimonio por encima de lo religioso, es decir, desde el punto de vista humano.
–Y estos dos puntos de vista…
Para una sociedad equilibrada es importante la familia porque es la célula fundamental. Hay que recordar que el Papa Pablo VI, en la «Humanae Vitae», señala que todo acto conyugal tiene que ser abierto a la vida. Es un sacramento donde se hace presente el Espíritu Santo. La Iglesia considera el tálamo nupcial como un altar, porque es donde se da lugar a la vida humana. ¿Cómo es posible que en nuestra sociedad, en la que vivimos hoy, continúen matando niños, por ejemplo, mediante el aborto? Es inaudito.
–¿Se ha perdido conciencia de lo que es el matrimonio?
Es importante conocer todas las catequesis de Juan Pablo II que hablan sobre la Teología del Cuerpo en la que explica la maravilla de la sexualidad, que en el cristianismo es algo santo. Es el respeto al cuerpo. Cuando se obliga al cuerpo a hacer un acto contrario al plan de Dios la misma naturaleza se altera. Esto sucede porque la naturaleza quiere dar la vida, no matarla y Dios ha querido mostrar el amor que tiene a la humanidad en un sacramento: el matrimonio. Por eso, Dios se muestra ante el pueblo de Israel como el esposo y cuando Moisés les lleva desde Egipto al Monte Sinaí lo presenta como una esposa y realiza un acto esponsal con él. Los rabinos señalan que la Alianza en el Monte Sinaí es la «ketubbah» –contrato matrimonial en hebreo-, los diez mandamientos. Estos son los fundamentos de nuestra civilización judeocristiana que ya se han destruido.
–¿Afecta esto a las raíces de nuestra cultura?
Algunos dicen que nuestras raíces no son cristianas, lo que es una barbaridad. Sin embargo, quisiéramos que Europa fuera consciente de la gracia inmensa que es ser cristiano. Esto es tener una vida nueva, inmortal, que nos ha dado Jesucristo. Porque los cristianos tenemos dentro Vida Eterna. Por eso, el matrimonio es indisoluble y es posible amar al marido o la mujer en la dimensión del enemigo. Los matrimonios que no tienen fe no lo pueden resistir, se sienten amenazados por la alteridad del otro y se matan, se separan o se divorcian. Los cristianos no porque podemos perdonarnos. Nuestro ser más profundo es subsanado y curado por gracia del Espíritu Santo.
–¿Qué piensas del lema de este año «Gracias a la familia hemos nacido»?
Me parece muy acertado porque ha sido un testimonio ver a un millón y medio de jóvenes en Madrid el pasado agosto. Sabemos que el 70 por ciento pertenecían a familias numerosas. Hemos visto lo contentos que estaban a pesar de las horas que han pasado al sol. La Policía ha dicho que no ha encontrado jóvenes borrachos ni drogados y se ha visto una juventud nueva, un signo de esperanza que muestra una Iglesia viva. Estamos pasando la fe a los hijos en las familias como hacían los primeros cristianos.
La familia, si tiene fe auténtica, es invencible, por lo que estamos muy contentos de ver que los jóvenes del Camino Neocatecumenal son mejores que nosotros y tienen mucha ilusión. Para la Jornada de la Juventud vinieron cerca 200.000 jóvenes de esta iniciación cristiana que es el Camino y les enviamos antes a evangelizar por toda Europa. Todo es fruto de la familia cristiana. Por eso en Madrid van a dar gracias a Dios por ella.