Por Jorge Ramos.
GUADALAJARA, México - Es imposible evadirlo o esconderlo. Es noticia que el candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, no haya podido decir cuáles eran los tres libros que más habían marcado su vida.De hecho, no pudo citar correctamente otro libro además de la Biblia. Eso habla de sus intereses y preparación. Como reporteros, no debemos proteger ni promover a ningún candidato. Y menos si va ganando.Era obligado que en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara le preguntaran a Peña Nieto sobre libros y no iba preparado. Punto. Yo estuve ahí en la extraordinaria y era lo que todo el mundo comentaba.Durante tres minutos y 16 segundos, interminables, el ex gobernador del estado de México confundió al novelista Carlos Fuentes con el historiador Enrique Krauze y luego se enredó aún más: "No recuerdo el título exacto... es que quiero recordar el título del libro... hay uno que salió que eran las mentiras sobre el libro de este libro... ¿cómo se llamaba el otro libro?... alguien recuérdeme quién es el autor... cuando leo los libros me pasa que no registro del todo el título". (La entrevista puede verse en YouTube).Por muchos días, este incidente ha sido uno de los tópicos más populares en Twitter, en parte, por un retweet que hizo su hija, Paulina. En un intento por defender a su padre, ella repitió un mensaje de su novio que calificaba de "pendejos" y "prole" a los críticos del olvido de Peña Nieto.El propio Peña Nieto se disculpó en su cuenta -"definitivamente fue un exceso"- y luego ella explicó lo que había pasado: "Fue un impulso de mi parte al leer algunos tweets que ofendían a mi papá y a la memoria de mi mamá".Esto nos lleva al segundo olvido de Peña Nieto. En marzo de 2009, cuando le pregunté en una entrevista para Univision de qué había muerto su esposa, Mónica Pretelini, a los 44 años de edad, no me pudo responder correctamente: "Ella llevaba dos años de tener una enfermedad parecida a... se me fue el nombre de la, de la... el nombre de la enfermedad... No es epilepsia propiamente, pero algo parecido a la epilepsia". Decenas de miles vieron ese video en YouTube.Nos volvimos a ver en febrero de 2011 y le comenté a Peña Nieto la sorpresa de muchos cuando él no supo contestarme de qué había muerto su esposa. "Es absurdo pensar, Jorge, que no sepa de qué murió mi esposa", me dijo. "Fue un lapsus no poderte decir que mi esposa sufría en ese entonces de ataques de epilepsia, que habían derivado en una insuficiencia cardíaca y que eso la había llevado a perder la vida. ¿Cómo no tener claro y conocer esto? Simplemente fue un lapsus". (Este tema lo trato en el libro Los presidenciables).Peña Nieto aún no había lanzado su cuenta de Twitter cuando lo entrevisté por segunda vez, pero él alabó las virtudes de las redes sociales, que, dijo, facilitan a los votantes conocer la personalidad de los políticos. "Las redes sociales facilitan el mayor conocimiento de un actor de la política. Al final de cuentas, en una carrera por una presidencia, lo que buscan (los electores) es conocer más a la persona, qué piensa, qué haría en ciertos escenarios, qué propone, cuál es su pensamiento, cuáles son sus convicciones, cómo es en lo personal".Exactamente. Para eso son las campañas; para conocer a los candidatos. Y ahora el gran reto de Peña Nieto es tratar de evitar que esos olvidos personales lo definan y lo tumben. Las encuestas indican que él es el favorito. Pero todos los otros candidatos están esperando un resbalón del puntero.Después de todo, tales errores generan dudas entre los votantes mexicanos: si Peña Nieto no estaba preparado para hablar acerca de libros en una feria del libro, y si no estaba preparado para explicar adecuadamente las circunstancias de la muerte de su esposa, ¿es capaz, entonces, de ser presidente? ¿Tiene los recursos para combatir la intensa violencia que sacude a México, para crear millones de empleos y reformar un sociedad en la que, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el 10 por ciento más rico de la población gana 26 veces más que el 10 por ciento más pobre?Para ser justos, todos los candidatos olvidan cosas. En una entrevista radial reciente, Ernesto Cordero, un candidato presidencial de Partido de Acción Nacional (PAN), criticó la confusión de Peña Nieto acerca de los libros y procedió a enlistar sus propias grandes influencias literarias, que incluyeron La isla de la pasión, por Laura Restrepo. Excepto que Cordero la llamó Isabel. Dos veces.¿Y quién puede olvidar cómo Rick Perry, aspirante a la candidatura presidencial del Partido Republicano en Estados Unidos, en un debate en noviembre intentó enlistar las tres agencias gubernamentales que eliminaría, pero sólo pudo recordar, con problemas, dos de ellas?Estos olvidos, sin la menor duda, han ocurrido en muchas otras campañas presidenciales. Pero la gran diferencia es que ahora -con las redes sociales y con los celulares actuando como vigilantes continuos de todo, absolutamente todo, lo que digan o dejen de decir los políticos- ya nada es secreto ni nada se olvida. Todo queda registrado. Nada se puede borrar. Y menos si eres el puntero.Hay olvidos que nunca se olvidan.
(Distribuido por The New York Times Syndicate)