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lunes, 14 de noviembre de 2011

La investigación de la verdad

Zorayda Aybar.

Él no nos pide que Le sigamos ciegamente; como dice en una de sus Tablas, Dios ha dotado al hombre con una mente para que le sirva de antorcha y le guíe hacia la verdad. Lea sus palabras, considere sus enseñanzas, y mida su valor a la luz de los problemas contemporáneos y, seguramente, la verdad le será revelada. 'Abdu'l-BaháCon mucho cariño comparto con mis queridos lectores el primer principio de las Enseñanzas de Bahá'u'lláh mencionado más arriba:Si una persona desea triunfar en la búsqueda de la verdad, en primer lugar debe cerrar sus ojos a todas las supersticiones tradicionales del pasado. Los judíos tienen tradiciones supersticiosas, los budistas y los zoroastrianos no están exentos de ellas, y tampoco lo están los cristianos. Todas las religiones se han sometido gradualmente a la tradición y el dogma. Todas se consideran a sí mismas, respectivamente, las únicas guardianas de la verdad, y creen que todas las demás religiones están de llenas de errores. ¡Sólo ellas están en lo cierto, y todas las demás están equivocadas¡ Los judíos creen que ellos son los únicos poseedores de la verdad, y condenan a todas las demás religiones. Los cristianos afirman que su religión es la única verdadera, y que todas las demás son falsas. Lo mismo ocurre con los budistas y mahometanos, todas las religiones se circunscriben a sí mismas. Si todas condenan a las demás, ¿dónde debemos buscar la verdad? Todas se contradicen mutuamente, todas no pueden ser verdaderas. Si cada uno cree que su religión particular es la única verdadera, cegará sus ojos a la verdad de las demás. Si, por ejemplo, un judío está atado a las prácticas externas de la religión de Israel, se está negando a descubrir la verdad que puede existir en otra religión; ¡todo debe estar contenido en la suya!! Nosotros deberíamos, pues, desprendernos de las formas y prácticas externas de la religión. Debemos convencernos de que estas formas y prácticas, aun siendo hermosas, no son sino la vestimenta que arropa el ardiente corazón y los miembros vivientes de la Verdad Divina. Debemos abandonar los prejuicios tradicionales, si es que deseamos tener éxito en la búsqueda de la verdad en la esencia de todas las religiones. Si un zoroastriano cree que el sol es Dios, ¿cómo podrá unirse a las demás religiones? Si los idólatras creen en sus diferentes ídolos, ¿cómo podrán comprender la unicidad de Dios? Por consiguiente, resulta claro que para poder hacer algún progreso en la búsqueda de la verdad, debemos despojarnos de la superstición. Si todos los buscadores siguieran este principio, alcanzarían una visión clara de la verdad. Si se unieran cinco personas para buscar la verdad, deberían comenzar por librarse de sus propias condiciones particulares y renunciar a todas las ideas preconcebidas. Para poder encontrar la verdad tenemos que abandonar todos nuestros prejuicios, nuestras nociones triviales; una mente abierta y receptiva es esencial. Si nuestro cáliz está lleno de egoísmo, no hay lugar en él para el Agua de Vida. El hecho de pensar que tenemos razón y que todos los demás están equivocados es el mayor obstáculo en el camino hacia la unidad, y la unidad es esencial si queremos alcanzar la verdad, pues la verdad es una. Por tanto, es imperativo que renunciemos a nuestros prejuicios particulares y a nuestras supersticiones si es que deseamos ardientemente buscar la verdad. A menos que hagamos en nuestra mente una distinción entre dogma, superstición y prejuicio, por un lado, y verdad, por el otro, no podremos triunfar. Cuando tenemos verdadero empeño por encontrar algo, lo buscamos por todas partes. Debemos poner en práctica este principio en nuestra búsqueda de la verdad.. .