Autor: Alejandro Almánzar.
Hoy cuando la sociedad de los Trinitarios está atribulada por la violencia y el desasosiego de la criminalidad, es necesario buscar sus causas y orígenes para encontrar la solución. No basta la represión para detenerla, más bien, hace falta que la sociedad tome conciencia de cuanto viene ocurriendo en el seno familiar.
La encontraremos, si tomamos en cuenta que de 167 años como República, más de 60 han sido de dictaduras crueles, (Lilís, Trujillo y Balaguer). Que desaparecido el Jefe, los políticos que le sucedieron, sólo se interesaron por ganar adeptos para sus aspiraciones políticas, y en nombre de la “democracia”, convirtieron las grandes ciudades en cinturones de miseria.
Esto Provocó un crecimiento desordenado de dichas urbes, donde en lugar de escuelas y clubes recreativos, existían prostíbulos y promiscuidad. Que las iglesias se pasan la vida hablando de un falso Dios, llevando consigo un mensaje desesperanzador a esos muchachos, que se acuestan y levantan sin saber dónde está su pasado, presente y futuro.
Con un sistema educativo, que no responde a sus perspectivas de alcanzar la preparación técnica, que les permita ganarse la vida con dignidad. Medios de comunicación difundiendo violencia 24 horas al día. Donde el amor desapareció de los hogares dominicanos, por arte de magia. Entrada sin control de extranjeros al país. Mal ejemplo de funcionarios, que llegan pobres al Estado y salen millonarios.
Un modelo carcelario deficiente, desde donde delincuentes y agentes del crimen organizado operan impunemente, llevando terror a la ciudadanía. Grupos empresariales que sólo se preocupan por acumular riquezas, olvidando que el hambre es mala consejera.
Un Estado indolente, manteniendo un salario que apenas permite comprar el 40% de la canasta familiar. Las Zonas Francas son un antro de explotación, donde el ciudadano no hace más que aumentar su agonía. Armas de fuegos en poder de la población civil.
“La frontera no tiene quien la cuide”, vigilada por un ejército de “padres de familias” que usan sus uniformes y posiciones para “buscársela”. La puesta en vigencia del Código Procesal Penal, cual traje hecho a la justa medida de la delincuencia y criminalidad. Un Código de “menores” asesinos, que peor no puede ser.
Una justicia corrompida, admitiendo jueces desacreditados y viles en su seno, que muy poco les importa la sociedad. Todo esto ha dado como resultado que en esos hogares se formen potenciales candidatos a la delincuencia, el Crimen Organizado y Carteles de drogas, para obtener beneficios económicos, aun sea derramando sangre inocente.
Como diría Campoamor, “nada es verdad, nada es mentira, todo es según, el color del cristal con que se mira”. Nuestro panorama no puede ser menos sombrío, pues cada quien cosecha lo que siembra. Conociendo esta realidad descrita, es fácil determinar las causas que generan tanta violencia, y quizás por la verticalidad de nuestros antepasados, la sociedad se mantiene en pie, a pesar de tantos desatinos sociales.