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sábado, 24 de septiembre de 2011

“He visto la cautividad de mis hijos y les he roto las cadenas”


Carlos Manuel Santana.

El pueblo dominicano se viste hoy de júbilo para celebrar la fiesta de su Patrona, la Virgen de las Mercedes. Esta devoción está ligada a la fundación, en 1218, de una orden religiosa, a cargo de Pedro Nolasco, quien se sintió profundamente tocado por la situación de muchos cristianos que eran obligados a abjurar de su fe por los musulmanes en el norte de África. El más tarde san Pedro Nolasco, puso bajo los auspicios de la Virgen María con el título de “Las Mercedes”, es decir, “de los favores, la Orden recién creada. El objetivo de esta nueva Orden era aliviar la situación de los cristianos perseguidos y sometidos, como ya dijimos, por los musulmanes que habían ocupado el norte de África y España. Muchas veces, algunos de los religiosos mercedarios se intercambiaban por los presos cristianos a cambio de su libertad. Es por ello que la espiritualidad mercedaria está íntimamente ligada a los cautivos. La liturgia de la Iglesia ha querido recoger este sentido de cautividad liberación en los textos bíblicos que se leen el día de la Virgen de las Mercedes. La antífona responsorial de este día sintetiza este mensaje de libertad: “He visto la cautividad de mis hijos y les he roto las cadenas”. Hoy, más que nunca, se hace actual este mensaje. No seremos esclavos de los musulmanes, pero sí estamos sometidos a otro tipo de esclavitud: la esclavitud del pecado. Y ahí podemos enumerar, en primer lugar, la esclavitud de la ambición del dinero que, como dice san Pablo, es la raíz de todos los males (Cfr. 1Tm 6,10). También nos hemos dejado esclavizar por nuestras bajas pasiones, lo que nos lleva a la búsqueda desordenada del placer, así como también de una mentalidad materialista que nos conduce a un consumismo irracional. Pero, sobre todo en estos tiempos, vivimos esclavos de la delincuencia y de la violencia, donde ni siquiera en nuestras propias casas nos sentimos seguros. Vivimos esclavos de la corrupción, la cual se presenta en todos los niveles de la sociedad. Nos hemos dejado esclavizar por el cinismo y la burla de tantos que desfachatadamente exhiben fortunas desmesuradas, de origen muchas veces dudoso, frente a tanta miseria material y humana. Vivimos, lamentablemente, esclavo de los vicios. ¡Qué tragedia para un país como el nuestro el que se invierta más en juegos y en bebidas que en alimentos! ¡Qué doloroso es tener que constatar que haya más bancas de apuesta que colmados o farmacias! Pero también vivimos esclavos de la ignorancia y de esa miseria mental que nos hace hundirnos más aún en el lodo en que estamos metidos. Es entonces que hoy, más que nunca, los dominicanos debemos invocar a nuestra Madre de las Mercedes para que rompa las cadenas que nos tienen sumergidos en la más honda y terrible esclavitud. “Para ser libres nos liberó Cristo”, nos recuerda san Pablo. No nos dejemos, pues, adormentar de ese sutil somnífero con el que nos quieren obligar a permanecer en la apatía y en la indiferencia. ¡Es hora de despertar! ¡Es hora de romper las cadenas! ¡Virgen de las Mercedes, ruega por nosotros!

El autor es: Vice-Canciller del Arzobispado y Vicario de la Catedral,
Párroco de la Catedral Santiago Apóstol.