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viernes, 2 de septiembre de 2011

El rol social de los medios de comunicación.


Hoy día, muchos medios de comunicación y sus comunicadores están sufriendo una carencia de ética, objetividad e imparcialidad. Sobre poniéndose el rol de negocio.

“Los medios de comunicación constituyen una invaluable herramienta de las sociedades para servir como contrapeso, como control social, como cronistas y, eventualmente, como aliados de los representantes del poder público en el ejercicio cotidiano del mismo; sobre todo aliados, cuando el interés de la comunidad está en juego y deben conjuntar esfuerzos. Pero deben ser implacables con el gobierno cuando este, por acción u omisión, representa un riesgo para los ciudadanos”. Así jerarquiza Ana María Salazar el papel de los medios de comunicación en la sociedad en su libro “Seguridad nacional hoy”.

Muchos comunicadores y sus medios se prestan para engrandecer, engreír y burocratizar a los funcionarios públicos y privados, quienes contrario a su esencia en su mayoría no funcionan, contribuyendo a su ineficiencia, perdiendo la visión, el rumbo y apartándolos de sus roles.

A propósito de roles, cabe señalar que como consecuencia de esa misma realidad existe una ausencia de ejecución de los mismos y es responsabilidad de los mass media alertar a la sociedad para que cada funcionario cumpla su rol. De esta misma manera, cada ciudadano debe jugar el suyo de acuerdo a la posición o a la acción que le corresponda realizar dentro de la organización social del Estado Dominicano.

Como función social los medios de comunicación y sus actores deben cumplir su esencia de informar, educar y entretener a los habitantes de toda sociedad.

Su posición en el juego de roles debe consistir en utilizar sus mensajes para educar, motivar e involucrar a la familia en el civismo, la urbanidad y sobre todo en revertir la anomia que se vive en el país, que si bien es cierto debe ser controlada por el sistema estatal, los medios somos los llamados a dar la alerta y la atención para que no sigamos creciendo en el desorden, en el irrespeto, en la violencia, en la intolerancia, en la corrupción y sobre todo en la impunidad.

Es imperativo para la República Dominicana que los medios de comunicación y sus principales actores, puedan influir en defender el ejercicio pleno de los derechos fundamentales de las personas a través de la participación interactiva y democrática en las tomas de decisiones de la cosa pública, con el objetivo principal de desarrollar un proyecto de nación en que reine la igualdad social.

Lo más preocupante de todo esto, es la complicidad de la mayoría de los medios de comunicación y sus comunicadores con el estado de deterioro en que vivimos, quienes justifican todas estas aberraciones corruptas e irresponsables del Estado y sus aliados Tutumpotes, denegándoles a la sociedad su esencia de: educar, orientar, informar, entretener sanamente y ejerciendo de contra peso con su rol de cuarto poder como lo definió, el británico Edmund Burke, trabajando a favor de las mayorías, junto a ellos, como sus defensores innatos y siendo la voz de los que no tienen quienes hablen por ellos.

La prensa, principal de los poderes fácticos, coloca a los medios en un control social alternativo, el cual puede construir o representar seriamente la voz del pueblo. Por otro lado, los medios y sus actores tienen la tarea de alertar a través del monitoreo y escrutinio los males que dañan las instituciones públicas y privadas.

Estos deben ser una especie de vacuna o antibiótico para sanar la salud social. Cuanto más objetiva, responsable y transparente es la actuación de los diferentes actores de la comunicación social, habrá mayor garantía de que los ciudadanos puedan gozar de sus libertades fundamentales y un estado de derecho pleno.

Debemos contribuir cada día más a que nuestras sociedades sean más participativas y defendamos el rol del comunicador en beneficio de la colectividad. Además hacer consciencia y reflexionar sobre la internet y lo que se comunica a través de la red.

Los medios deben ayudar a formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, y no para ser gobernados como serviles.