Main Nav

lunes, 8 de agosto de 2011

La biblia en su hogar.


SERVIR Y AMAR A DIOS

Ahora, pues, Israel, ¿qué es lo que pide Yavé, tu Dios, sino que temas a Yavé, tu Dios, que sigas todos sus caminos y que lo ames y lo sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma?
Guarda los mandamientos de Yavé y sus leyes que hoy te ordeno para tu bien.
Mira: a Yavé, tu Dios, pertenecen los cielos visibles e invisibles, la tierra y cuanto hay en ella.
Pero sólo con tus padres estableció Yavé lazos de amor, y después de ellos eligió a su descendencia, a ustedes mismos, con preferencia a todos los pueblos, como hoy puedes ver.
Ustedes, pues, necesitan otra circuncisión, que es la del corazón, para que ya no le presenten una frente desafiante.
Porque Yavé es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, el Dios fuerte y terrible, el que da un trato igual a todos y no se deja comprar con regalos.
Hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero dándole pan y vestido.
Ama, pues, al forastero, porque forastero fuiste tú mismo en el país de Egipto.
A Yavé, tu Dios, temerás, a él servirás, a él seguirás e invocarás su nombre si debes hacer algún juramento.
A él irán tus alabanzas, pues El es tu Dios, que ha hecho por ti las cosas asombrosas que has visto.
Cuando bajaron a Egipto, tus antepasados no eran más de setenta personas, y ahora Yavé, tu Dios, te ha hecho un pueblo numeroso como las estrellas del cielo.


Salmo
Sal 147, 12-13; 14-15; 19-20


¡Glorifica al Señor, Jerusalén, a tu Dios alaba, oh Sión! El refuerza las trancas de tus puertas y bendice a tus hijos en tu seno;


guarda en paz tus fronteras, te da del mejor trigo en abundancia. Si a la tierra envía su mensaje, su palabra corre rápidamente;


A Jacob le revela su palabra, sus leyes y sus juicios a Israel. Con ningún otro pueblo ha actuado así, ni les dio a conocer sus decisiones.



Evangelio
Mt 17, 22-27
Un día, estando Jesús en Galilea con los apóstoles, les dijo: "El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres,
y le matarán, pero resucitará al tercer día." Ellos se pusieron muy tristes.
EL IMPUESTO PARA EL TEMPLO

Al volver a Cafarnaún, se acercaron a Pedro los que cobran el impuesto para el Templo. Le preguntaron: "El maestro de ustedes, ¿no paga el impuesto?"
Pedro respondió: "Claro que sí". Y se fue a casa. Cuando entraba, se anticipó Jesús y le dijo: "Dame tu parecer, Simón. ¿Quiénes son los que pagan impuestos o tributos a los reyes de la tierra: sus hijos o los que no son de la familia?"
Pedro contestó: "Los que no son de la familia." Y Jesús le dijo: "Entonces los hijos no pagan.27Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, vete a la playa y echa el anzuelo. Al primer pez que pesques ábrele la boca, y hallarás en ella una moneda de plata. Tómala y paga por mí y por ti."