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sábado, 6 de agosto de 2011
La biblia en su hogar.
Escucha, Israel: Yavé, nuestro Dios, es Yavéúnico.
Y tú amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Graba en tu corazón los mandamientos que yo te entrego hoy,
repíteselos a tus hijos, habla de ellos tanto en casa como cuando estés de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes.
Grábalos en tu mano como una señal y póntelos en la frente como tu distintivo;
escríbelos en los postes de tu puerta y a la entrada de tus ciudades.
Y cuando Yavé te haya llevado a la tierra que juró darte pues se lo dijo a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob, con ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste,
con casas abastecidas de todo lo que tú no llenaste, con pozos que tú no cavaste, viñas y olivares que tú no plantaste; cuando hayas comido y te hayas saciado,
no te olvides de Yavé que te sacó de Egipto, donde eras esclavo.
Temerás a Yavé, tu Dios; a él servirás, e invocarás su nombre si debes hacer algún juramento.
Salmo
Sal 18, 2-3; 3-4; 47; 51
Yo te amo, Señor, mi fuerza, El Señor es mi roca y mi fortaleza; es mi libertador y es mi Dios, es la roca que me da seguridad; es mi escudo y me da la victoria.
El Señor es mi roca y mi fortaleza; es mi libertador y es mi Dios, es la roca que me da seguridad; es mi escudo y me da la victoria. Invoco al Señor que es digno de alabanzas, y me veo libre de mis enemigos.
¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Ensalzado sea el Dios que me salva!
tú que a tu rey das victoria tras victoria, y sigues con tus favores a tu ungido, a David y a su descendencia para siempre.
Evangelio
Mt 17, 14-19
JESÚS SANA A UN EPILÉPTICO
Cuando volvieron donde estaba la gente, se acercó un hombre a Jesús y se arrodilló ante él. Le dijo:
"Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y su estado es lastimoso. A menudo se nos cae al fuego, y otras veces al agua.
Lo he llevado a tus discípulos, pero no han podido curarlo."
Jesús respondió: "¡Qué generación tan incrédula y malvada! ¿Hasta cuándo estaré entre ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo acá."
En seguida Jesús dio una orden al demonio, que salió, y desde ese momento el niño quedó sano.
Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron en privado: "¿Por qué nosotros no pudimos echar a ese demonio?"