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domingo, 3 de julio de 2011
VIENE TU REY, MONTADO EN UN BURRO
Salta, llena de gozo, oh hija de Sión, lanza gritos de alegría, hija de Jerusalén. Pues tu rey viene hacia ti; él es santo y victorioso, humilde, y va montado sobre un burro, sobre el hijo pequeño de una burra.
Destruirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén. Entonces se podrá romper el arco con flechas, pues él dictará la paz a las naciones. Extenderá su dominio de un mar al otro mar, y desde el Eufrates hasta el fin del mundo.
Salmo
Sal 145, 1-2; 8-9; 10-11; 13-14
Te celebro, oh Rey mi Dios, y bendigo tu nombre para siempre. Deseo bendecirte cada día, alabaré tu Nombre para siempre.
El Señor es ternura y compasión, paciente y lleno de amor. El Señor es bondad para con todos, sus ternuras están en todas sus obras.
Te den gracias, Señor, todas tus obras, te bendigan tus amigos; que hablen de la gloria de tu reino y anuncien tus hazañas,
Tu reino es reino por todos los siglos, y tu imperio por todas las edades. Fiel es el Señor en todas sus palabras y bondadoso en todas sus obras. Sostiene el Señor a todos los que caen, a los que están encorvados endereza.
Segunda Lectura
Rom 8, 9; Rom 8, 11-13
Ustedes ya no están en la carne, sino que viven en el espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en ustedes. Si alguno no tuviera el Espíritu de Cristo, éste no le pertenecería.
Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos está en ustedes, el mismo que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en ustedes.
Entonces, hermanos, no vivamos según la carne, pues no le debemos nada.
Si viven según la carne, necesariamente morirán; más bien den muerte a las obras del cuerpo mediante el espíritu, y vivirán.
Evangelio
Mt 11, 25-30
CARGUEN CON MI YUGO
En aquella ocasión Jesús exclamó: "Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado.
Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos.
Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer.
Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré.
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso.
Pues mi yugo es suave y mi carga liviana."