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miércoles, 6 de julio de 2011

Una ley de los hombres se impone a la ley divina que trata sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer.

Escrito por Julio Vásquez.


En el Estado de Nueva York ya es una realidad el matrimonio entre personas del mismo sexo. Una ley sirve de soporte a esta situación, la cual ha traido mucha alegria en sectores que apoyan las uniones entre estas parejas. Lesbianas y Gays. Por otro lado muchas personas ya pueden ir haciendo los arreglos para formalizar sus uniones.


Una gran victoria para ellos y una gran derrota para las Iglesias, instituciones y personas moralistas que no aceptan dichas uniones. No ser por ser conservadores. Si no porque la misma viola la ideologia del creador del mundo. Quien utiliza la misma biblia.

"La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados".


Desde la creación del mundo Dios ha escogido una pareja para cada uno:

Para el hombre la mujer.

Para el gallo la gallina.

Para el caballo la yegua.

Para el burro a la burra.

Para el mulo la mula.

Para el gato la gata.

En fin, en este mundo nadie marcha exento de tener una pareja contraria a su sexo. Aunque sea cobijado por la pobreza y lo contrario a la belleza. E inclusive aunque Dios y la sociedad nos exigen fidelidad. Cuando no podemos vencer la tentación e incurrimos en infidelidad, pero con personas del sexo opuesto hasta de la vista gorda se hacen. Pero cuando ese pecado ocurre con personas del mismo sexo, los entendidos de la materia aseguran que las posiblidades de ver la cara de Dios, son muy escasas.

"La íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias, se establece sobre la alianza del matrimonio... un vínculo sagrado... no depende del arbitrio humano.

El mismo Dios es el autor del matrimonio" (GS 48,1). La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador.


El matrimonio no es una institución puramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales.

Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y permanente. A pesar de que la dignidad de esta institución no se trasluzca siempre con la misma claridad (cf GS 47,2), existe en todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la unión matrimonial. "La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar" .

Los hombres y mujeres que no han alcanzado alto grado de estudios y que son llamados analfabetos, prefieren seguir con la teoria de nuestro creador y cuando no pueden cumplir a plenitud con ella prefieren caer en la infidelidad, claro con personas del sexo opuesto e inclusive aseguran que Dios permite 10 damas para un solo caballero. Pero nunca un hombre para otro hombre. Ni una mujer para otra mujer.