Escrito por Felipe de Jesús Colón Padilla.
Todos los pueblos tienen el derecho de exigir reivindicaciones a los que dirigen el aparato estatal, es decir a que el estado le de los servicios y los bienes que necesitan para su bienestar, prosperidad y crecimiento en todos los órdenes. Cuando los ciudadanos se ven afectados buscan diferentes vías para que sus reclamos sean oídos por lo que nos gobiernan. Y una vía es la huelga, o sea, un paro de labores.
Eso es lo que ha acontecido el pasado lunes 11 de julio. El costo de la vida ha aumentado, y por consiguiente ha disminuido el poder adquisitivo de los dominicanos, y la calidad de vida de nuestras familias está seriamente amenazada.
El Papa Benedicto XVI en una de sus alocuciones desde la plaza de San Pedro, manifestaba recientemente, que estaba preocupado porque millones de personas pasan hambre y que esa deficiencia alimentaria se debe a la arrogancia del hombre, a una falsa interpretación de lo que es el bienestar. Sólo se piensa en sí mismo y no se mira al que está cerca de nosotros esperando las migajas del banquete que comemos. El Pontífice continúa diciendo que es urgente abandonar el camino de la arrogancia, y de la injusticia.
Nuestro arzobispo Monseñor de la Rosa y Carpio, en su homilía de Corpus Christi decía que el tiene un sueño y es que se diga en Santiago que nadie pasa hambre del cuerpo y que nadie pasa hambre del pan de la vida, de Cristo Jesús. Que todos puedan acercarse a la mesa de la vida y a la mesa del altar. Y exhortaba además a los empresarios a producir riquezas para dar pan a todo el mundo.
El gobierno está en el deber de poner más que nunca sus oídos en el corazón del pueblo, y ojalá que junto con su gabinete y sus asesores económicos respondan a las necesidades del pueblo. Los reclamos son, entre otras cosas: la carestía de los alimentos de primera necesidad, el alto costo del combustible y la energía eléctrica, el auge indetenible de la delincuencia, la percepción de que hay corrupción en muchos niveles del Estado. Yo como ciudadano y orientador tengo la esperanza de que haya luces en el camino, que no todo está perdido, y que los dominicanos somos creativos para salir airosos de esta situación de crisis económica. Que el Dios de la vida ilumine a nuestros gobernantes.
Pbro. Felipe de Jesús Colón Padilla
El autor es: Vice-canciller del Arzobispado de Santiago, Juez del Tribunal Eclesiástico
y párroco de la Parroquia Transfiguración del Señor. Disponible en: www.arquidiocesisdesantiago.com