Joaquín Balaguer, 1907
¡Cómo quieres pedirme que te olvide,
si es que adoro tus mismos ademanes
y mi alma tampoco se decide
a apagar el ardor de sus afanes!
¿Qué te olvide...? Mas ¿cómo? ¡Si es preciso
que hagas palidecer tus labios rojos;
que ocultes el encanto de tu hechizo
y te arranques las gemas de tus ojos...!
Ya comprendes el fúnebre dilema:
¡o te arrancas las gemas de los ojos
que motivan mi erótico poema,
o me dejas seguir con mis antojos...!
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