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martes, 24 de mayo de 2011
Argumentos de Mujer Infiel
La primera vez que escuché a Nelson Muñoz con la canción “Que tire la primera piedra” me fui detrás de la melodía como un perro se va detrás de los olores, sin darme cuenta que en ese tema se encubre un Maco que procura su inocencia, refiriendo los pecados de los demás, para hacer de sus pecadillos, criaturas normales de la vida diaria. ¡Pero ojo con estos argumentos!
Soy de un barrio de San Cristóbal, en el cual a su vía principal le llamaban, “La Calle de los Plebes” ahí, cuando la reina de la plebería del sector se levantaba con la falda en la cabeza, dándole pela de lengua a Villegas y a todo el que se asomaba a la esquina a ver el show de la viperina, ni el policía que en esos tiempos tenía fama de matón en el pueblo, se atrevía a cruzar en su bicicleta por aquella esquina, porque la lengua de la flaca estaba que cortaba hasta los cuernos de los toros y los del barrio.
Esta mujer se quillaba de mala manera, por el comentario que se revolcaba en los labios de los moradores. Quienes decían que ella era la más infiel de las mujeres de aquel sector. Cuando esta destapaba su rencor, decía: “Que tire la primera piedra la que esté libre de pecado por aquí”, “La que en este barrio, no está en eso” ¡Haciendo lo mal hecho! Hasta la monjita que iba a dar el catecismo de los sábados a esa zona del pueblo temblaba. Porque esa era la idea de la plebe, atemorizar hasta las santas, y todas las hembras, porque ella sabía que en ese género estaba la fuente de aquel chisme que la crucificaba en las cuatro esquinas.
Sin lugar a duda, si hay algo en lo que verdaderamente hemos progresado como pueblo, ha sido en la comunicación, pero por nuestro talento como caribeño, no por la muleta de algún Mecía alardoso. Ese avance nos ha permitido que la pela de lengua hoy ya no sea el vehículo de insultos que antes fue. Aquellas pleberías de algunas mujeres atrevidas del barrio, hoy yacen en el rastro de las cosas inservibles.
Pero allí se fueron los que rastrean en las cosas viejas para extraer las partes útiles. Es así como logran actualizar el “Que Tire la Primera Piedra el que esté Libre de Pecado” pero olvidando, que no todas las piedras que se tiran tienen las misma velocidad. No es la misma piedra, la que sale del que se roba un salami y la piedra que tira el que quiebra un banco al estilo Caimán de zoológico, que abre la boca como un entupido, para que los insectos pendejos se metan en ella.
Para luego cerrar la boca y no dejar sacar nada.
Pero tampoco es lo mismo, la piedra coqueta que sale del pecado de una mujer infiel, a la que tira un juez que vende sentencia con la grada haciéndose la loca.
La infidelidad de una mujer por lo regular suele dejar a un hombre muy triste, que en la mayoría de los casos, se ha curado con un par de cerveza y una bachata de Anthony Santos. Para encontrar el borrón y cuenta nueva en un nuevo amor.
Pero cuando es la sentencia de un juez la que se vuelve infiel a los buenos principios de justicia, para darle amores a la impunidad, la sociedad no se cura tan fácil, ni que en cincuenta años de desorden público la sociedad se tome la producción completa de las licoreras y las cervecerías. Y los hechos están ahí a la vista de todos.
“Que Tire la Primera Piedra, Quien esté Libre de Pecado” parece ser el último recurso de un abogado, que le prometió a su defendido sacarlo absuelto, pero al verse acorralado por las evidencias que demuestran la culpabilidad del imputado, se la juega para conmover la conciencia del juez, con unos argumentos que confiesan la culpa, pero tratando de purificar el pecado, aludiendo que las cosas que hacen la mayoría son normales. Lo que sería bueno es que el pueblo diga: Que tiren la primera piedra, los que crean que no les vemos su mala intención en el encubrimiento de las faltas de gente que no llegan a Magdalena, carajo.
Autor: Carlos Dipre.