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domingo, 27 de marzo de 2011
El futuro de la Educación
Cada graduación es una fiesta. Es una hermosa oportunidad para alegrarse y llenarse de júbilo por la meta alcanzada. Es un triunfo y una victoria del trabajo perseverante y de la dedicación. Pero también es una excelente ocasión para dar gracias: primero al Señor de la vida por lo que hemos recibido de él; en segundo lugar, es momento especial para que los graduandos den gracias a sus padres, bienhechores, a profesores y a su universidad con sus autoridades y a todos aquellos que han hecho posible su triunfo.
Personalmente y a nombre de la Junta de directores y del Equipo Directivo, quiero extenderles mi felicitación sincera a los graduandos y graduandas; a sus padres y familiares; a la sociedad y al país, porque ustedes profesionales son fuentes importantes para el desarrollo y la prosperidad de la nación.
Más que un discurso quiero compartir con ustedes una reflexión en voz alta, sobre un tema muy sensible en estos momentos que es el de la educación. Mis palabras quieren partir de dos contextos significativos que nos pautan la ruta a seguir: 1.- Ustedes como egresados de esta universidad católica, son la segunda promoción de la celebración de los 500 años de la fundación de esta Diócesis de La Vega; por lo tanto, manténganse firmes en su fe en el Señor, en ustedes mismos y en el futuro y el porvenir de nuestro país.
2.- El 21 de diciembre de este mismo año celebraremos los 500 años de aquel valiente Sermón de Fray Antón de Montesino, en defensa de la dignidad de los indígenas; y esa debe ser una razón suficiente para su compromiso profesional; para que ustedes pongan su persona y sus conocimientos al servicio de aquéllos que hoy al igual que ayer, ven conculcados sus derechos y los de aquéllos que carecen de lo elemental, para satisfacer sus necesidades básicas de salud, educación, trabajo, alimentos y vivienda digna.
Para que eso se haga realidad tenemos que hacer nuestro el dicho latino “vox populi, vox dei” (la voz del pueblo es la voz de Dios), y digo esto porque hace ya unos meses que hay una conciencia profunda en la sociedad dominicana y es que tenemos que invertir en la educación, de ahí el slogan del 4% para la educación; y digo tenemos, porque la educación es una tarea de todos, aunque el Estado es quien debe hacer la mayor invención económica.
Pero eso no exonera a la familia que debe hacer conciencia que ella debe poner la base en los niños, enseñándoles el valor del amor, del respeto, de la obediencia, del trabajo, de la honradez, etc.
Pero también es responsabilidad de los empresarios, quienes deben aportar parte de su ganancia, para que así tengamos mejores técnicos y profesionales que cualifiquen más sus empresas y de ese modo se hagan más competitivos y ayuden al desarrollo del país.
Ustedes directores y profesores de las distintas escuelas deben poner también su 4% en cuanto a su dirección y dedicación para que sus alumnos cultiven los dones que Dios les ha regalado y así lleguen a ser profesionales capaces y ciudadanos responsables. Y si todo eso debería ser así, es para que ustedes estudiantes tengan la mayor dedicación a sus estudios y a la investigación; por tanto menos celulares, menos discotecas, menos perdida de tiempo, para que tengan mañana la capacidad de servir mejor a su pueblo.
Yo creo que es muy oportuna la reflexión que nos hiciera el gran periodista Andrés Hoppenheimer acerca de la educación, en sus conferencias que tuvo aquí y que están contenidas en su libro “Basta de historias”, y que coinciden con las ideas del Presidente de los Estados Unidos, Barach Obama, en su Discurso sobre el Estado de Unión 2011. Hoppenheimer nos dice entre otras cosas, que los países que han logrado un desarrollo sorprendente como es el caso de Finlandia, Corea del Sur, Singapur, la India y la China, lo han alcanzado por la decisión que tomaron de dar la primera prioridad a la inversión en la educación; siendo su primer esfuerzo, el concienciar a aquéllos que deben poner la zapata o la base de la educación, me refiero a las familias.
Las familias de esos países tienen conciencia de que la mejor herencia que pueden dejarles a sus hijos es una buena educación y por eso su preocupación no es ahorrar para el futuro, sino dejar bien posesionado profesionalmente a sus hijos; eso explica por qué hay tantos estudiantes provenientes de esos países en los Estados Unidos.
Las conclusiones a las que llega Hoppernheimer en su interesante libro son:
1.- La educación es una tarea de todos y la clave de la reducción de la pobreza y el único camino hacia el desarrollo.
2.- En todos los diagnósticos que se han hecho en los diferentes países se concluye que hay que mejor la calidad de la educación y mejorar la educación preescolar.
3.- Hay que invertir en la formación del magisterio y darle una gran valoración social, como es el caso de Finlandia, donde los maestros son la elite de la sociedad.
4.- Hay que mejorar el salario de los maestros y que se de un pacto entre los partidos políticos de respetar y echar hacia delante un proyecto de educación consensuado por toda la sociedad con un plazo de 20 años al menos.
5.- Romper el aislamiento educativo, situar la tecnología en el centro del proceso enseñanza - aprendizaje y
6. El más importante de todo es impulsar la cultura familiar de la educación.
Por ejemplo, la India tiene en la actualidad 102,000 estudiantes universitarios en los Estados Unidos, porque allí es donde están las mejores universidades del mundo; la China tiene 98,000; Corea del Sur tiene 75,000; mientras que países como México, que es un vecino de Estados Unidos apenas tiene 15,000, y Brasil que es casi un continente sólo tiene 8700, y Venezuela 4600.
Singapur que es un país pequeño de 5 millones de habitantes, tiene 4 mil estudiantes en EE.UU, el doble de la Argentina un país con más de 40 millones de habitantes, el cual sólo tiene 2000 estudiantes. Recordemos que los países de América Latina están en el patio de los Estados Unidos, mientras aquellos países están en el otro extremo del mundo.
En un primer momento se puede pensar que éstos están becados por sus respectivos gobiernos, y no es así, porque el 90% de esos estudiantes son enviados por su familia. Aquí hace falta esa conciencia de las familias y también de los empresarios de que la educación es un valor y una prioridad y por tanto se debe invertir en ella, para que así tengamos una sociedad diferente.
Sepamos que en América Latina tenemos las vacaciones más largas del mundo en primaria y en media; en Japón se tienen 245 días de clases y el promedio para nuestros países es de 150 días al año; esos países exitosos tienen de 1200 a 1400 horas de clases al año y en cambio en nuestros países oscila entre 400 y 600 horas. En China y demás países asiáticos estudian 12 horas al día y aquí, por ejemplo, 3 ó 4 horas diarias y muchas veces menos.
A nivel universitario Corea del Sur registró en el 2010 alrededor de 7500 patentes fruto de la investigación, mientras que nuestro gran Brasil que es el que más patentiza sólo llega a 100. Todos los países de América Latina no llegan a 500 patentes al año, en cambio, la IBM registró 4900, la Samsung 3600 y Microsoft 2900.
Pensemos que la Microsoft tiene 5 grandes laboratorios de investigación: 3 en los Estados Unidos, 1 en la India y el otro en Gran Bretaña; en esos laboratorios tienen 25 mil investigadores, de los cuales solo hay 15 que son de América Latina. Para no entristecerlos déjenme dejar las estadísticas y veamos cuál es una de las causas que según Hoppenheimer inciden negativamente en esto.
El interés y la mirada de los asiáticos está en mirar hacia el futuro; tienen una obsesión en el cómo volverse más competitivos, cómo reducir la pobreza y elevar el nivel de vida del pueblo y cómo insertarnos en la economía mundial.
En cambio, nosotros los latinoamericanos “tenemos una obsesión por el pasado, donde los vivos están guiados por los muertos”, nos dice Fernando Henrique Cardoso ex Presidente de Brasil. Es muy frecuente en el caso nuestro el oír a muchos políticos citar al compañero Peña Gómez, o al compatriota Joaquín Balaguer o bien, al Profesor Juan Bosch.
Y no es que olvidemos el pasado - Dios nos libre - ni que no tengamos en cuenta el aporte que hicieron nuestros líderes; sino que hay que mirar hacia delante, hacia el porvenir para superar nuestro déficit a todos los niveles.
Tomemos el caso de Hugo Chávez, el actual Presidente de Venezuela que está desenterrando un muertos, siendo el primero Simón Bolívar; para eso pagó una investigación científica e histórica para saber de qué enfermedad murió el Libertador; pero además que en la reunión de su gabinete deja una silla vacía que la debe ocupar el espíritu del Prócer.
Pero también le mandó a construir un nuevo sarcófago de vidrio y de oro, para que sus restos estén dignamente cuidado. ¿Hay la misma preocupación por la educación, por la investigación, por las viviendas y el bienestar de los vivos en Venezuela?
Jóvenes profesionales, la Carta Pastoral del 27 de febrero de nuestros obispos tienen una síntesis del diagnóstico de nuestra situación nacional; es una carta valiente, realista y llena de preocupación por nuestra realidad; que ella les sirva para el ejercicio de su profesión. Sean generosos y no se cansen de hacer el bien. Tengan un pensamiento prospectivo y ármense de una gran visión que les ayude a mirar el futuro con pasión y decisión; perseveran en sus propósitos y no se detengan ante nada ni nadie.
Háganse conscientes que es muy difícil vivir con autenticidad, sin pose, y sin simulación en esta sociedad; no se dejen arrastrar por esa vorágine de apetencias de vida fácil, afán de lujo, de marca y de vanidad. Trácense metas y objetivos claros; exploren nuevas posibilidades, viajen y conozcan nuevos países y nuevas culturas; inviertan en su formación hasta alcanzar su maestría o doctorado, y así serán competitivos y no tendrán que humillarse detrás de políticos, para conseguir un empleo.
Es la hora de aprender a vivir de una manera digna y con decoro; de seguir la ruta hacia la escarpada montaña de la honradez, del trabajo, de la innovación y de la vivencia de los valores fundamentales; ese será la única manera de devolver a nuestra sociedad y a nuestra patria el esplendor de un orden, con leyes que sirvan al bien común.
Así podemos enterrar de una vez por siempre el clientelismo y la corrupción vergonzosa; para que surja así un pueblo que cante, ría y baile en las calles, no sólo el himno triunfal de la Marsellesa de Francia de igualdad, libertad y fraternidad, sino también nuestro himno glorioso que comienza diciéndonos: “Quisqueyanos valientes alcemos nuestro canto con viva emoción…”.
Quiero terminar esta reflexión con un llamado a cada uno de los que estamos aquí presentes, en especial, a cada nuevo profesional. Cada cual tiene que hacer su propia opción y tomar su propia decisión. Por eso:
“Nunca te quejes del ambiente o de quienes te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron y saben vencer. Las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o la fortaleza de tu corazón.
Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar, y que ninguno es tan terrible para claudicar. Por eso levántate y mira por las mañanas, y respira la luz del amanecer.
Aprende de los fuertes, de los valientes, de los audaces; imita a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo.
Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede hacerlo, reconociéndote a ti mismo más libre y más fuerte, dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú mismo eres tu destino.
Y tener presente la exhortación de ese gran Poeta Pablo Neruda que nos dice “tú eres parte de la fuerza de la vida. Ahora despierta, camina, lucha. Decídete de una vez y triunfarás en la vida. ¡Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados!”.
Muchas gracias por su atención