Eramis Cruz
A veces uno se da cuenta como vuela el tiempo, y con él se lleva parte de lo que fuimos en el ayer, no importa cuán grandes sean tus éxitos, ni cuan devastadores hayan sido tus fracasos, siempre existe una razón para volver la mirada, y verás que hay gente que contaba entre los que te recuerdan ahora. Es posible que ya nos seas como antes, pero yo prefiero engañarme pensando que soy el mismo, si esa es la manera para no olvidar las cosas hermosas de tu entorno inocente. Entre los niños de nuestra edad se distinguía tu gentileza. Qué bueno que sigue brillando el sol, no deje que se enfríe el interior de tu corazón, esa turbina de amor que llena de frescura los rincones de tu existencia. Un mejor mañana nos aguarda, todo depende de nosotros, de cómo visualizamos el espacio vacío, los pasos pendientes, las palabras que esperan, las canciones plasmadas sobre el pentagrama.
No quiero ser inoportuno pero cada noche me quedé esperando tu llamada, todavía no se consume el lirio encendido sobre la mesa más cercana a mi puerta, para ti no tengo otra exaltación que la bienvenida ni otro aliento que un saludo de amistad. Creo que no fui certero la mayoría de la veces, no pude ser tan consistente como la manecilla del reloj, sólo fui diferente para evitar el aburrimiento del seguir siempre el mismo círculo, pero estuvimos destinados a coincidir exactamente en las coordinadas de una geografía limitada por el horizonte del cielo.
El mundo es pequeño ahora, uno no puede ir a ninguna parte ni ser extraño en ningún lugar, de manera que se ausenta aquel que así lo quiere. Es más difícil ser profeta no sólo en nuestro suelo, también en la tierra del vecino. Te conocen mejor por el seudónimo de la telaraña mundial o por el disímil beneficio de lo extraordinario.
La vida me ensenó a escuchar el eco y a ser ecuánime con su lejanía. Son tantas las cosas que creemos perdidas y que luego descubrimos en las imágenes de un nuevo amanecer. Una madre que se va ha de ser llorada, ella tal vez ya había despedido a los suyos cuando nuestras vidas eran tempranas, el otoño siempre llega, tumbado las hojas y las flores, sólo tú, diamante de luz, te creíste un ser exhaustivo. Por mucho tiempo has ignorado que la vida nos golpea más fuerte cuanto nos toma desprevenidos.
Recuerdo que cuando tú y yo éramos niños, en las calles de mi barrio eran escasas las casas y nada era más importante que aquellos que las habitaban. Para ese tiempo los años eran tan largos que desesperaba su espera. El año llegaba tan nuevo que relucía como bola de cristal. Entonces amanecíamos en un mundo nuevo, repleto de cosas viejas, vieja como la abuela Ana Cristina, como el coche de Apolinar, vieja como el llamado gobierno liberal. El caudaloso río que temíamos cruzar se ha convertido en riachuelo sin importancia que cobra vida endemoniada cuando llegan las aguadas.
Definitivamente llegaron los tiempos nuevos, ahora ya no llega el año nuevo, lo que nuevo permanece prescinde de ser renovado, el mundo está repleto de cosas nuevas, ahora no cambia el reloj, cambian el reloj primero que su tiempo. Pero nunca pensé que tú también cambiarías, que tendría que volver a conocerte, porque ya no eres como los de mi pueblo. Recuerdo aquel tiempo cuando todos teníamos tiempo, ahora no eres tú, eres tú y tu automóvil, eres tu pegado a tu celular. Sin embargo es innegable que cambian los tiempos y las cosas, la diferencia la hace el papel del agente, si activo inyector o pasivo receptor, pero eso no implica que cambies más que el cambio, tanto que desaparezca. Puedes cambiar en sentido contrario, a la introspectiva de tu ser, simplemente es difícil darse cuenta desde el interior de uno mismo. El espejo podría sernos útil, pero el espejo sólo contribuye con las falsas impresiones. Tendrías que ser muy crítico para desarrollar la habilidad de ver a alguien distinto en el espejo frente a ti. Sólo tu sombra se permite ese privilegio innato de su ser que sólo camina gracias a la luz que espanta la oscuridad.
Tal vez tú no me lo creas, pero quise hablarte para no terminar chiflado. Hace poco vino a visitarme tu sombra, aprovechó que era domingo al medio día y de sol radiante. Yo no más le vi y me di cuenta que eras tú, o mejor dicho algo de ti, sabía que solamente así te volvería a ver en mi propia casa. Noté que tu sombra se mantiene saludable, tolerante y flexible, sólo así ha sido capaz de seguirte toda la vida. Estuvo feliz de verme, me dijo que tienes menos tiempo para compartir con ella, que ya tú no le das oportunidad, antes andaban juntos más tiempo cuando tú ibas con ella hacer ejercicio a la pista del estadio. Dice que ahora le abandonas cuando manejas el coche, cuando permaneces largo tiempo mirando el televisor o frente a la computadora.
Debo confesarte que tu sombra no está feliz contigo, me dijo que a veces le gustaría encontrar manera de liberarse de ti, ojalá que sólo tu sombra tanga esa actitud. Me dijo que ya no caminas con la agilidad de antes, cuando eras de tan delgada figura como tu sombra. Le molesta tu regazo, tus quejas más frecuentes por los problemas médicos. Tu sombra espera por ti, te espera en el gimnasio, y te quiere acompañar en cada comida saludable a ingerir. Tienes un desafío a volver a la vida, o tu sombra se buscará otra persona y detrás de ella se iran otros de tus entrañables.
Por eso quería hablarte, para decirte que eres un ser con suerte, tienes una sombra supra natural que te aconsejo a seguir. Después que hablé con ella, noté en su rostro señales de esperanza. Una sombra feliz debe ser un reflejo del lugar de su residencia. Simplemente uno no puede olvidarse de su sombra, ella es una gran compañera, nunca te niega nada, y es por ella que mucha gente sabe que existe tu persona. Para mí fue una gran alegría ver tu sombra, siempre te consideré algo difícil de olvidar, lo supe el mismo día que contábamos matitas recién nacidas en la hortaliza del abuelo Cipriano. Recuerdo que para entonces reía con tanta facilidad cuando nos divertíamos triturando almendras en el litoral indiferentes al aleteos de los pájaros.
Comenté a tu sombra de la última vez que nos vimos, nos fue difícil coincidir con la fecha, tu sombra luego me convidó olvidar el día, no quisimos cambiar la alegría que teníamos por volvernos a ver, aunque estuvimos de acuerdo que mucha gente se reencuentra cuando le llama el acontecer inesperado. En otras palabras, es un habito en muchos el de esperar y esperar hasta que se hace demasiado tarde, porque a la vida se nace un día del mismo modo que otro día se toma la reversa, y desaparece la sombra porque desaparece la luz. Entonces muchos sienten melancolía por una figura que se deshace como el arcoíris, solamente de la sombra nadie se acuerda.
Volviendo atrás a la visita de tu sombra, fue verdad que pasamos un momento agradable, tu sombra recordó todas tus travesuras, no olvida ningunas de tus hazañas más importantes, ni el talento que tuviste para escribir cualquier palabra en cualquier trozo de papel. Tu sombra parece que tiene muchas preocupaciones, y se mantiene ocupada para evitar que roben tu identidad o intenten darte un trato cibernético o limitarte al espacio sideral.
Tal vez no sea difícil verte un día de estos, no creo que tu sombra vuelva por estos lares, las sombras tienen esa habilidad, desaparecen con tanta facilidad. No intentes usar tu sombra como una excusa, tú y tu sombra nunca serán iguales, no es más que la sombra de tu persona que con afecto pude ver. Consideraste muy especial, todos los días miro muchas sombras y ninguna me llama la atención, por lo menos no como tu sombra, tan fiel a tu persona. En la Sabana de San Diego las sombras son escasas, y en las calles de mi pueblo no se ven en los días nublados de mayo. Cuando decidas regresar a la casa de un amigo, olvidas los detalles de las penumbras y vuelve a iluminar los rincones con los destellos de tu risa y el eco del saludo vociferado por los pasillos perfumados de jazmines y gardenias. Vuelve sin preocupaciones, por muchos trenes que pierdas en la estación otros tantos están pendientes de ti, pero sólo uno abrirá su puerta a tu oportunidad.