Vilma de Rojas
La mayoría de las personas llegan al matrimonio pensando que es una caja llena de bienes de la que podemos sacar todo lo que necesitamos para ser felices. Creen que el certificado de matrimonio es la llave para abrir esa caja. Podemos tomar de ella todo lo que queramos y, en alguna forma misteriosa, siempre vuelve a llenarse. Incluso cuando la caja llega a vaciarse y el matrimonio pasa por dificultades y se hunde, todavía no hemos aprendido la lección. Insistimos en buscar un segundo socio que traerá con él otra caja sin fondo para que nosotros podamos vaciarla.
El matrimonio es como una caja vacía. No hay nada en él. Ofrece la oportunidad para que pongamos o hagamos algo por él. Nunca se ha pensado que el matrimonio haga algo por alguien. Por el contrario, se espera que la gente haga algo por el matrimonio. Si usted no pone en la caja más de lo que saca, llegará el momento en que quedará vacía. El amor no está en el matrimonio; está en la gente, y la gente es quien lo pone en el matrimonio. El romance, la consideración, la generosidad, no están en el matrimonio, están en las personas, y ellas son quienes las ponen en la caja del matrimonio.
Cuando la caja se queda vacía, nos volvemos vulnerables a cualquier aventura amorosa. Pensemos en la cantidad de tiempo y energía emocional que dedicamos a nuestra labores profesionales. ¿Cómo nos iría si pusiéramos la misma cantidad de tiempo y energía en fortalecer el matrimonio y la familia? Quizá diga que no es igual, porque no tiene más alternativa que dedicarse casi por entero a su trabajo y hacerlo cada día con más ardor, si es que quiere mantener el empleo en un mundo en el que la competencia es a muerte.
Es posible que así sea, pero también le digo que si no presta cierta atención y esfuerzo a la tarea de “llenar la caja” de su relación matrimonial y familiar, dentro de poco se va a quedar también sin matrimonio. Si no lo cree pregunte a muchos que andan por ahí divorciados y lamentándose.
Efesios 5:28,33 dice:
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.”