“Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan, perdónanos nuestras faltas, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación”.
Bella oración salida de los labios del propio Jesús hacia su Padre. Oración hecha por Él y que luego enseña a sus discípulos para comunicarse con Dios Padre.
¿Cómo se comunican hoy en día los hijos con sus padres? Y ¿los padres con sus hijos? ¿Será por eso que este día pasa a veces como desapercibido? ¿Qué ejemplo siguen los padres de hoy para vivir su vocación de primeros educadores en la fe de sus hijos? ¿De poder presentarle a Jesús como su hermano mayor, como su mejor amigo?
“Muchos padres le conceden demasiada importancia a la preparación de los hijos en cuestiones como los negocios, el arte, el deporte, el manejo de las computadoras, etc. pero, descuidan el aspecto de la fe. Estos padres olvidan que lo que dicen y hacen ñasí como lo que callan y no hacenñ deja una huella duradera en sus hijos. La mejor manera de cultivar la vida espiritual de nuestros hijos es hablarles de Dios con franqueza y naturalidad” (Tomado del Reader’s Digest).
Pero ¿cómo está la fe de los padres? ¿Conocen a Dios? ¿Se han preocupado de intimar con Él? Muchas veces se les deja ese “departamento” a las mamás, y aunque damos gracias a Dios porque han aumentado los papás con sentido de responsabilidad en este aspecto, todavía hay un largo camino por recorrer.
Un papá me decía: “Yo prefiero mil veces que mi hijita me pregunte sobre el sexo que sobre Dios. Del sexo me siento capaz de hablar lo suficiente sin pasarme del límite en mi respuesta. Sobre Dios no sé propiamente ni siquiera comenzarÖ Nunca he sido catequista y, sinceramente, aprendí religión ‘a la brava’, únicamente para mi uso personal. No sé transmitirla. Hasta da pena tener que reconocer esta barbaridad, pero yo, cristiano y católico, no sé hablar de Dios a mis hijos” (con razón se pasan a las sectas). Y es que ni no tenemos experiencia personal de Dios es muy difícil presentar a nuestros hijos a un amigo que ni yo conozco. Debemos ante todo reconocer el gran amor que Él nos tiene. Ser agradecidos. “Dichoso aquel que, habiendo descubierto esta fuente de amor, no sabe separarse nunca de ella” (Cardenal Etchegaray). Se nos olvida que viviendo una vida íntegra en familia, se está transmitiendo el amor a Dios vivido en la cotidianidad.
Vamos a pedir al Señor que nos enseñe a orar igual que como lo hizo con sus discípulos, cuando les enseñó el Padrenuestro. “Los problemas de rebeldía, tan comunes en nuestros días, se producen justamente cuando los padres reducen su función paternal solamente a dar órdenesÖ A raíz de la experiencia negativa de paternidad y de autoridad, una gran parte de la humanidad está, no solo a la defensiva, sino en clara actitud de rechazo frente a la autoridad. El único camino para superar la crisis es devolverle a la humanidad una experiencia positiva de paternidad como servicio abnegado a la vida” (tomado de La Educación de los Hijos, de Fernández Montero).
Los padres serán simplemente aquellos buenos jardineros que ayudan a sus hijos a crecer, sin atrofiarlos ni deformarlos.
El Señor nos dice hoy también: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre” (Lc 11, 1-13). Padres, pidan al Señor sabiduría y humildad, para poder enseñar a sus hijos a ser testigos del amor de Dios en un mundo que lo necesita cada día más. Si los padres han sido llamados por vocación y no por accidente, es más fácil actuar fielmente como han sido convocados. Su misión de paternidad será mejor llevada y los hogares serán lugares más de acogida y de amor, que de rabia y de resentimiento, donde la violencia no tendrá cabida jamás. Vamos a cambiar este mundo que nos ha tocado vivir, y junto a nuestra pareja, podamos vivir la misión de paternidad responsable, para felicidad de los hijos, que esperan lo mejor de su familia. Hoy Día del Apóstol Santiago, vamos a orar por la intercesión de aquellos a quienes se les dificulta “el amar tanto a sí mismos como a los demás, produciendo tantos escándalos, haciendo mella dolorosa en la vida de los inocentes y desfavorecidos”, que ya muchos han perdido la esperanza de lograr un mundo mejor. Amén.