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miércoles, 2 de junio de 2010
CAMBIAR ESE PARADIGMA.
Por: José Jordi Veras Rodríguez.
El autor,es Abogado y excelente analista Social y Politico de Television,es miembro del equipo de comunicadores del Grupo Boreal
En toda sociedad existen parámetros o modelos de conducta que dirigen la cultura de una determinada nación y orden social en sus diversos órdenes. Uno de estos resulta ser el que nos han inculcado a los hombres, a los machos, a los niños y a los jóvenes desde pequeños.
Esta forma de pensar y actitud nos retrata de cuerpo entero. El paradigma creado de que las mujeres son propiedad exclusiva del hombre que en un momento es su compañero sentimental o esposo.
El hecho de que las mujeres pueden ser tratadas como objeto, sin derechos, facultades ni reconocimiento del espacio que se han ganado a base de esfuerzo, capacidad, trabajo y responsabilidad, en una sociedad que promueve el machismo en su peor dimensión y concepto.
El que veamos en nuestro medio social que las cifras de muertes de mujeres por violencia provocada por sus maridos, ex esposos, amigos o compañeros o concubinos, algunos de ellos como: el que lo haya dejado o separado; el logro económico y profesional por encima del hombre; el pensamiento de que la mujer le ha sido infiel, entre otros.
Y el hecho de estas pérdida de vidas mantenga un promedio en el país de muertes por encima de la mínima internacional y que años tras años veamos cifras que rondan las más de ciento cincuenta que pierden la vida a manos de sus agresores es un bochorno y una preocupación.
Los padres, entiéndase, mamá y papá, deben asumir actitudes diferentes a la visión de sus abuelos, de forma tal que en el mañana esos niños, niñas, jóvenes y adolescentes de hoy, serán las parejas del mañana y los que van a definir si continuamos con esa vergüenza de estadísticas o se cambian los paradigmas en ese sentido.
No es que amparemos que todos los paradigmas sean inadecuados, sin embargo, en este ámbito creemos que deben ser corregidos ciertos comportamientos de los hombres y por qué no de las mujeres también, es un trabajo que debe conllevar un compromiso de cada actor y actora del sistema.
Debemos respetar el espacio ganado por las féminas a base de esfuerzo y a la vez su dignidad como mujer, como madre, amiga, colaboradora y actora de la producción y desarrollo de una sociedad que debe marchar hacia el progreso y obtener una cultura más amplia de la que hoy tenemos en ese sentido.
Hoy no es extraño que en ocasiones por la propia actitud en que son educadas, que las primeras que se marcan límites y no asumen posiciones conjuntas de forma más masiva, son las mismas mujeres y que son las primeras que deben crear su propia conciencia.
Antes de finalizar no queremos dejar pasar y estar acorde con los lineamientos realizados en su columna “Sonajero”, nuestra amiga, Grisbel Medina, responsable, honesta y eficiente periodista de esta ciudad de Santiago de los Caballeros, del Jueves 9 de los corrientes, con el título “Corona de muertas”, en el mismo ella indica, acertadamente, lo siguiente: “Hay coronas que no enorgullecen. Ser el sexto país en la escala mundial en la tasa de feminicidios o mujeres asesinadas por parejas, concubinos o ex parejas, es un escalón ganado a golpes de dolor y sangre”.
“En España, donde habitan más de 46 millones de personas, Víctor Ruiz escribió alarmado porque en noviembre de 2007 habían asesinado a 75 mujeres, y faltaba un mes para terminar el año”. “Se quejaba de que la Ley de Violencia de Género ha condenado a muchos agresores pero los feminicidios siguen”. Continúa expresando: “¿Y qué decir de mi patria, la verdadera dueña de Los Haitises, que alberga nueve millones de habitantes y sólo en enero de este año alcanzó el perverso récord de enterrar a dieciocho mujeres, anotó la periodista Mirta Rodríguez Calderón? En un mes, 18 tumbas. En un mes, 18 vidas, 18 mujeres, 18 familias marcadas con el hondo dolor de la impotencia”.
Creemos que si en España se ha armado un escándalo por las cifras expuestas y allá existen 46 millones de habitantes, casi cuarenta veces la población registrada de forma oficial en nuestro país, es para que nos sintamos con la vergüenza del que acoge la ajena.
No es posible seguir adelante en este ordenamiento social con ese paradigma que se le mal inculcan a los niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres, esto si realmente deseamos un sociedad más justa y sensible para todos.
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