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viernes, 16 de octubre de 2009
LA FUGA DE EDUARDO BALDERA, LA INVESTIGACIÓN POLICIAL Y LA MUERTE DE ALGUNOS SOSPECHOSOS HAN GENERADO DUDAS.
Tony Brito.
Lo que pudo ser una salida airosa de la institución, del actual Jefe de la Policía Nacional, Mayor General Rafael Guzmán Fermín, se ha convertido en un espeluznante laberinto del que, al parecer, no saldrá muy bien parado. Tan complicado esta el asunto, que se dice incluso que al jefe policial no le mantendrá en el puesto ni la propia sociedad civil que garantizo su continuidad al frente de la institución, debido a su alta incidencia en el poder central, con el agravante de que, cuando se trata de sustituir a quienes ostentan esas posiciones, aparecen también las viejas contradicciones de los mandos policiales y militares. Es que, la muerte de dos de los supuestos implicados en el hoy cuestionado y dudoso “secuestro” del joven Eduardo Baldera Gómez, produce consecuencias nada agradables para la Policía Nacional y muy especialmente al jefe de la institución Mayor General Rafael Guillermo Guzmán Fermín. Los cuestionamientos inician con el cacareado “intercambio de disparos” entre los agentes policiales y los supuestos implicados, pues según los informes, tanto de lugareños como de la Marina de Guerra, cuerpo castrense que entregara vivitos y coleando a la policía a los sospechados, presentan otra cara de la historia que debe ser debidamente aclarada y explicada por el Jefe policial, cuyo nerviosismo ante la situación lo ha hecho cometer errores cuasi infantiles, en su afán de ofrecer una explicación valedera ante la acción realizada.
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