Para los resentidos sociales está prohibido que los demás se superen. Les duele el triunfo ajeno, se amargan por los logros de sus vecinos, lloran de dolor porque el otro brille en base a su talento y esfuerzo; se arrastran como culebra.
Su egoismo les ciega y por ello obvian que mientras más progresan sus conocidos, más posibilidades existen de que ellos también se beneficien y crezcan en todos los ámbitos.
Los resentidos sociales pierden un tiempo valioso de su corta estadía en la tierra, el cual lo dedican a sufrir porque su semejante goza, en vez de analizar cuales son sus fortalezas y potenciales para ejecutar proyectos y actividades que les permitan desarrollarse como ser humano y profesional.
Son pesimistas, mezquinos para reconocer el talento de los demás, disfrutan del fracaso del otro, envejecen a destiempo sin dignidad, no logran conocerse así mismos, se superan a veces profesionalmente, pero son unos analfabetas del alma y por más detergente que compran, para lavar su corazón, siempre les queda sucio.
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