La labor de limpiabotas ha sido tradicionalmente reservada a los varones, pero era lo único que se sentía en capacidad de hacer Katherine Jiménez para ayudar sus padres, y puso manos a la obra. Ella asegura que decidió trabajar porque de otro modo no podría alcanzar su sueño de estudiar y convertirse en abogada, y que cursa el quinto curso. Se queja de que por ser la única hembra de su grupo, los otros limpiabotas tratan de desacreditar su trabajo ante los clientes, pero de todos modos reúne entre 140 y 180 pesos diarios
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