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jueves, 9 de abril de 2009

María Montez y el destino del olvido

JUAN CRUZ TRIFFOLIO
A pocos metros al norte del parque central de la imponente ciudad de Barahona está ubicada vivienda, o lo que queda de ella, donde nació el 6 de junio de 1912, nace la eximia artista y actriz María Africa Gracia Vidal de Santos Silas, conocida en el cine como María Montez.

Contrario de ser un emblemático rincón de la cultura y el arte cinematográfico, la casa en referencia, como aparente expresión de un acentuado atropello a la memoria histórica barahonera, se ha transformado en un abandonado solar repleto de escombros y preso de malezas.

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María Africa Gracia Vidal de Santos Silas, era hija del diplomático español Isodoro Gracia García. A los 23 años se fue a vivir a Nueva York atraída por la magia de la actuación y el modelaje.

Fue contratada por los Estudios Universal, para interpretar el papel de una bailarina llamada Lola Montez, por lo que a partir de ese momento adoptó como nombre artístico el de María Montez.

Murió en 1951 de un ataque al corazón, cuando apenas tenía 34 años de edad.

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Como testimonio de la existencia de aquella modesta residencia, donde abrió sus ojos al mundo la primera dominicana en hacer galas de su talento entre las luminarias de Holllywood, apenas se observa un trozo de pared que exhibe una pálida tarja cobriza, colocada por el cabildo de Barahona, en 1951, en donde es posible leer:

“En este solar nació, el día 6 de junio de 1912, la eximia artista, gloria de cine mundial. Ayuntamiento de Barahona 1951”.

La tarja esta seguida del letrero que dice: “Se vende este solar inf. 829-744-2670”.

Para asombro de quien atraído por la brillante hazaña realizada por María Montez en la denominada pantalla grande visita la hoy ruina, de lo que ayer fue cuna de la hermosa y sobresaliente dominicana.

Se trata de una manifestación de desvergüenza que lacera la conciencia colectiva y que además de proyectar una miope valoración sobre uno de los capítulos más hermosos de la historia de Barahona, es una fehaciente muestra de inconsecuencia ante los irrebatibles y sobrados méritos de una mujer digna de respeto y admiración.

Antes de llegar al deplorable estado, la propiedad pasó por diferentes manos y usos, desde heladería hasta restaurante y sirviendo, alguna vez de almacén.

Todo ha transcurrido sin que aparentemente las autoridades provinciales y organismos nacionales relacionados con el rescate y la preservación de los recursos históricos y culturales hayan intervenido en ánimo de salvar futuras generaciones, lo que alguna vez sirvió de morada a quien nos diera gloria y brillo en la pantalla gigante.

Lo sugerido no tiene, necesariamente, como propósito la reconstrucción tal cual de lo que fuera el domicilio de María Montez para honrar su memoria y recordar su gesta, pues bien sería valioso aprovechar el espacio físico existente para levantar una modesta plazoleta, una cinemateca o cualquier otro centro de carácter cultural o histórico.

En 1932, con 20 años de edad, se casó con el banquero estadounidense William McFeeters

En 1941 debutó con la película “La Mujer Invisible”, un film de ciencia-ficción que dirigió A. Edward Sutherland y protagonizó Virginia Bruce.

Conforme a lo manifestado por algunos especialistas en el cine, su impresionante belleza constituyó el factor esencial para que comenzar a intervenir en variadas producciones de corte exótico y aventurero, llegado recibir el calificativo de Reina del Technicolor.

Otras películas fueron “Las Mil y una Noches (1942)”, en donde encarnaba a Sherezade, bajo las órdenes de John Rawlins y el acompañamiento de Jon Hall y Sabu, La Salvaje Blanca (1943) y Ali Baba y los Cuarenta Ladrones, ambas realizadas por Arthur Lubin, La Reina de Cobra (1944) de Robert Siodmak, Alma zíngara (1944) de Roy William Neill, Sudan (1945) de John Rawlins, o La Atlántida (1948) de Gregg Tallas.

En 1943 se casó con el actor francés Jean-Pierre Aumont, con quien tuvo una hija, la futura actriz Tina Aumont.

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