El acusado de asesinar en 2007 a una joven dominicana en la isla española de Lanzarote declaró hoy, ante el tribunal que le juzga, que sólo la quería como una hijastra y que después de agredirla no se dio cuenta de que había muerto.
Yuliza Pérez, de 18 años, desapareció de su casa el 8 de noviembre de ese año y su cadáver fue encontrado cinco días después en un vertedero.
El agresor, Antonio Luis Ferreira Machado, que se enfrenta a una pena de 20 años de prisión, aseguró hoy que agarró a la joven por el "cogote" y le apretó un poco, para evitar que se fuera con los Testigos de Jehová, organización religiosa a la que ella pertenecía.
El abogado defensor pide una pena de cinco años de prisión, pues considera los hechos como un homicidio con el atenuante de arrebato u obcecación, ya que sostiene que el acusado estaba obsesionado con Yuliza.
El letrado apuntó que ejercía además un exceso de protección por considerarla su hijastra, quizás porque carecía de familia.
La acusación particular, ejercida en representación de la madre de la fallecida, Hilma Altagracia, solicita la misma pena que la fiscal Laura Ordaz, aunque eleva la indemnización a 400.000 euros (unos 517.000 dólares) frente a los 120.000 euros que reclama el ministerio fiscal.
El acusado relató que aquel día, tras estrangular a Yuliza, bajó a ver a una vecina y después sacó el cuerpo de la joven hasta la calle y lo trasladó en su coche al vertedero de Argana Alta.
Allí dejó el cadáver vestido con un pantalón vaquero y una camiseta verde y tapado con tierra, aunque manifestó que no recuerda haber atado las manos de la joven.
El acusado dijo también que se pasó todo el día en casa hasta que llegó la madre de Yuliza, a quien ayudó a buscar a su hija cuando comenzó a preocuparse porque no regresaba.
Sostuvo además que participó en cuatro búsquedas que se organizaron y reconoció haber facilitado pistas falsas a la policía y a la familia, aunque señaló no saber por qué actuó así.
Según la fiscal, el acusado en su declaración incurrió en numerosas contradicciones con las hechas con anterioridad y consideró, al igual que la acusación particular, que actuó con una "frialdad impresionante" y "sabía lo que hacía" cuando estranguló a Yuliza sin posibilidad de defensa.
La acusación particular subrayó que el acusado siguió viviendo con su ex pareja hasta que fue hallado el cadáver de la joven y no reconoció los hechos hasta seis meses después y cuando las pruebas le apuntaron como el autor de su muerte.
Ambas acusaciones subrayaron la relación obsesiva que mantenía con Yuliza desde que ella llegó a Lanzarote en mayo de 2007, mientras que la defensa la atribuyó a su exceso de protección como padrastro.
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