El rey se había trasladado a su casa, y Yavé había limpiado de enemigos todos los alrededores.
Entonces dijo al profeta Natán: "Yo vivo en una casa de cedro, mientras que el Arca de Dios está todavía en una tienda; ¿qué dices de eso?"
Natán respondió al rey: "Haz todo lo que estimes conveniente, porque Yavé está contigo".
Pero esa noche le fue dirigida a Natán la palabra de Yavé:
Le dirás a mi servidor David: Esto dice Yavé: ¿Así que tú me vas a construir una casa para que habite en ella?
Le transmitirás pues a mi servidor David esta palabra de Yavé Sabaot: Te fui a buscar al potrero cuando andabas detrás de las ovejas, e hice de ti el jefe de mi pueblo de Israel.
Doquiera ibas yo estaba contigo, eliminé delante de ti a todos tus enemigos. Haré grande tu nombre tanto como el de los más grandes de la tierra
y pondré en el lugar que le corresponde a mi pueblo de Israel. Allí lo plantaré y allí se quedará. Ya no será más sacudido; los malvados ya no seguirán oprimiéndolo como antes,
cuando establecí jueces en mi pueblo Israel; lo libraré de todos sus enemigos. Y Yavé te manda a decir esto: Yo te construiré una casa.
Seré para él un padre y él será para mí un hijo; si hace el mal lo corregiré como lo hacen los hombres, lo castigaré a la manera humana.
Tu casa y tu realeza estarán para siempre ante mí, tu trono será firme para siempre".
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