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jueves, 7 de agosto de 2008

Comunicado del Arzobispo de Quito




El 28 de julio del año en curso, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, emitió un comunicado oficial en el que se manifestaba, de modo claro y puntual, el criterio que todos los obispos reunidos habían acordado. Al hacer público este juicio, se puso en ejercicio un derecho que les corresponde, tal como se indica en el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2032, texto magisterial de necesaria referencia tanto para los pastores como para el resto de fieles que quieran acertar con el camino adecuado: "Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas". Hacer uso de este derecho, no es inmiscuirse en asuntos meramente temporales, sino salvaguardar el debido respeto de la dignidad trascendente del hombre (cfr. Ibid., n. 1929), a la vez que obedecer el mandato mismo de Cristo que le ha enviado a anunciar la verdad que nos salva (cfr. Ibid., n. 2032).

Por tanto, manifestamos nuestra plena adhesión tanto al citado comunicado como a los pronunciamientos que en este sentido se han dado, principalmente a los del presidente de nuestro organismo colegial, Mons. Antonio Arregui Yarza, Arzobispo de Guayaquil.

Por otra parte, no nos pasa desapercibida la creciente tensión que, con ocasión del próximo referéndum que aprobará o no el proyecto constitucional elaborado por la Asamblea Constituyente, se está produciendo. En este sentido, queremos recordar que "el bien común afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad" (Ibid. n. 1906). Un poco antes, este mismo texto afirma que la autoridad "es necesaria para la unidad de la sociedad. Su misión consiste en asegurar en cuanto sea posible el bien común de la sociedad" (cfr. Ibid., n. 1898). Juan Pablo II afirmó: "el cristiano que actúa en política —y quiere hacerlo "como cristiano"— ha de trabajar desinteresadamente, no buscando la propia utilidad, ni la de su propio grupo o partido, sino el bien de todos y de cada uno y, por lo tanto, y en primer lugar, el de los más desfavorecidos de la sociedad (Discurso del Santo Padre Juan Pablo II durante el Jubileo de los gobernantes, parlamentarios y políticos, 4 de noviembre de 2000)". La autoridad elegida –evitando en todo momento que se produzca una 'lucha de clases'- ha de acoger con igual apertura las opiniones que le apoyan como las que le son contrarias; puesto que en esas posiciones, como en otras alternativas, están no solo los ciudadanos que la eligieron, sino compatriotas que merecen igual trato de dignidad y respeto.

Invocamos a Nuestra Madre del Cielo para que nos alcance de la Santísima Trinidad los dones de la unidad y de la paz, dentro de una sana diversidad, que nos lleve por caminos de verdadero progreso y bienestar.

+ Raúl Vela Chiriboga, Arzobispo de Quito, Primado del Ecuador; + René Coba Galarza, Obispo Auxiliar de Quito; + Danilo Echeverría Verdesoto, Obispo Auxiliar de Quito. Quito, 6 de agosto de 2008

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