Sap 12, 13; Sap 12, 16-19
Fuera de ti, que te preocupas de todos, no hay otro Dios al que tengas que probarle que no actuaste injustamente.
Tu fuerza es el fundamento de tu justicia; como eres el dueño de todas las cosas, puedes también perdonarlas.
Muestras tu fuerza a los que ponen en duda tu poder absoluto; castigas la audacia de los que lo desafían.
Pero, aunque seas un Señor poderoso, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha paciencia, porque eres libre de intervenir cuando quieras.
Al actuar así le has mostrado a tu pueblo que el justo debe amar a todos los hombres, y has dado a tus hijos esa dulce esperanza de que después del pecado les permites que se arrepientan.
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