Si amas de verdad a Dios, debes ser sincero con Él y con los demás. La mentira es el engaño. ¿Te gusta que te engañen a ti? "No quieras para los demás lo que no quieras para ti" (Tobías 4, 15). Muchos mienten, porque son cobardes para enfrentar la realidad de sus errores; o por envidia para hacer creer que son mejores que los otros; o para sacar ventajas o para jactarse de cosas que no tienen (una bicicleta, un coche, etc.). También se puede mentir por decir las cosas a medias. Decía S. Agustín que "las verdades a medias son mentiras enteras". Otros mienten, porque no son sinceros consigo mismos para seguir su conciencia y cumplir las leyes establecidas, por ejemplo, las normas de tráfico; simplemente, porque no los ven o no los pueden castigar.
Pero ¿qué dice nuestro Padre Dios? "El Señor aborrece los labios mentirosos y le agradan los que actúan con sinceridad" (Proverbios 12,22). Si mientes, irás perdiendo tu dignidad y desobedecerás a tu Padre, que te dice: "No mentirás ni dirás falso testimonio contra tu prójimo" (Éxodo 20,16). Por eso, "no seas de los que colocan la mentira en lugar de la verdad". (Romanos 1,25). Jesús te dice: "Di SI, cuando es SI, y No, cuando es NO, lo que pasa de ahí, procede del Maligno" (Mateo 5, 37). Si todos mintieran, la vida social sería imposible ¿Cómo podríamos saber ni siquiera quiénes son nuestros padres? Nadie se atrevería a comer lo preparado por otro por temor a ser envenenado ni ponerse en manos de un médico, que podría matarlo. Por eso, la mentira es contraria a la paz y a la convivencia pacífica.
La mentira siempre menoscaba tu dignidad y es señal de debilidad y cobardía. Además, las mentiras son muy prolíficas, pues hay que seguir mintiendo para justificar la primera mentira. Sin embargo, tarde o temprano, se darán cuenta que eres mentiroso y desconfiarán de ti. Hay un refrán que dice: "En vano se esconde el burro detrás de la puerta, se le ve la oreja". La mentira aparecerá tarde o temprano. No mientas. Debes ser hombre de palabra, un hombre de honor que respeta lo que dice. Debes ser un verdadero hijo de la luz, es decir de la verdad. "Vive como hijo de la luz, pues el fruto de la luz es la bondad, justicia y verdad" (Efesios 5, 8). Pero hay muchos que dicen mentiras llamadas "piadosas", que no tienen nada de piadosas, porque se dicen para "quedar bien" y a la larga crean desconfianza. A menudo se dicen las cosas a espaldas del interesado, porque no somos capaces de decirlas de frente y con caridad. Preferimos criticar por lo bajo a aconsejar en privado. Sin embar
go, "corregir al que yerra" es una obra de misericordia.
Otras veces, se prometen cosas que no se pretenden cumplir. ¡Cuánta mentira existe en el mundo por querer aparentar lo que no somos! ¡Cuánta mentira se vierte en los periódicos, revistas y programas de televisión! A veces, simplemente por halagar a los poderosos, por apoyar un partido político o por ventajas económicas. ¡Cuántas veces se dicen noticias ofensivas contra personas o instituciones sin estar debidamente comprobadas! Cuánto daño se hace frecuentemente al honor de las personas y de las familias por la irresponsabilidad de los medios de comunicación social, que se creen con derecho a informar hasta la vida privada de las personas públicas. Además, con la propaganda masiva se pueden promocionar actitudes y formas de comportamiento contrarias a la moral y a la salud como el tabaco o los anticonceptivos, incluso abortivos. Por esto, la verdad debe ser la norma de todas las relaciones sociales. Sin embargo, algunos tienen como norma lo que dijo alguien hace mucho tiempo
: "Miente, miente que algo queda". De tanto como se repiten las mentiras, se termina por creerlas. (Continuará).
Un saludo cordial en los Corazones de Jesús y de María.
José Luis Elizalde Esparza.
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