Feliz el hombre que soporta pacientemente la prueba, porque, después de probado, recibirá la corona de vida que el Señor prometió a los que lo aman.
Que nadie diga en el momento de la prueba: "Dios me quiere echar abajo." Porque Dios está a salvo de todo mal y tampoco quiere echar abajo a ninguno.
Cada uno es tentado por su propia codicia, que lo arrastra y lo seduce;
la codicia concibe y da a luz el pecado; el pecado crece y, al final, engendra la muerte.
Hermanos muy queridos, no se equivoquen:
son las cosas buenas y los dones perfectos los que proceden de lo alto y descienden del Padre que es luz; allí no retornan las noches ni pasan las sombras.
Muy libremente nos dio vida y nos hizo hijos suyos mediante la palabra de la verdad, para que fuéramos la flor de su creación.
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