En la tarde de ayer entregó su alma a Dios el Cardenal Alfonso López Trujillo, quizás el discípulo más fiel Juan Pablo II y de Benedicto XVI en el anuncio del Evangelio de la Vida.
Al trabajo del Cardenal López Trujillo en estos casi 18 años al frente del Pontificio Consejo para la Familia, sin duda le debemos las múltiples y variadas iniciativas en defensa y promoción de la vida y la familia que hoy se desarrollan por todo el mundo.
Desde que se hizo cargo de la Presidencia de ese Pontificio Consejo en 1990 comenzó a promover una gran movilización provida y profamilia. Las reuniones y congresos que impulsó a lo largo y a lo ancho de todo el mundo, como por ejemplo, los Congresos de Movimientos Pro Vida y de Legisladores y Políticos, inspiraron iniciativas y estimularon -sacudiendo la pasividad de muchos- numerosísimos trabajos.
Recuerdo que en 1992 nos convocó a un grupo de sacerdotes de varios países de América en Monterrey (México), su objetivo era que, contando con la ayuda de Dios, tratáramos de que en las estructuras eclesiales se impulsara una verdadera pastoral para promover el valor de la vida humana y la familia, en todos los ámbitos de la sociedad, sin “endulzar” la verdad ni intentar imposibles componendas.
Tenía la certeza que para promover y defender los derechos de la persona y los derechos de la familia no bastaba la acción pastoral “hacia adentro” sino que había que influir -formando, presionando y denunciando- en el ámbito político.
Sin ahorrarse incomprensiones, sinsabores ni heridas, que las consideraba como el riesgo normal de quien combate esta batalla -repitiendo con San Pablo, “pelea el buen combate de la fe”-, no bajó los brazos un solo instante.
"Fue un enorme luchador por la fe, siempre quiso mantener la autenticidad de la verdadera fe y la defendió con palabras y con hechos", dijo esta noche el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, Presidente de la Comisión Ecclesia Dei, añadiendo, “defendió los valores cristianos de la vida ante los parlamentos de muchas naciones católicas y no católicas, defendió intrépidamente el derecho a la vida".
Hace unos días, cuando nadie preveía este desenlace, con unos amigos le comentamos que había quienes pensaban que cuando él no estuviera al frente del Pontificio Consejo para la Familia, nosotros dejaríamos de trabajar. “Jamás”, nos respondió, “sigan adelante en cualquier circunstancia, nuestra adhesión es a la Verdad, no a una persona”.
En 2003, internado en un hospital a causa de su deficiencia bronquial, su sufrimiento era evidente, alguno se compadeció. El Cardenal López, cuando pudo hablar le dijo, “no te preocupes son carezze di la Madonna” (caricias de la Virgen). Hoy, Alfonso López Trujillo, seguramente recibió ya, en el Cielo, una gran caricia de la Santísima Virgen.
Juan Claudio Sanahuja
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