El nombre dies cinerum (día de las cenizas) se encuentra ya desde el siglo VIII en los sacramentarios gregorianos.
En este día todos los fieles eran exhortados a ir al altar antes del comienzo del culto donde el sacerdote marcaba sus frentes con la señal de la cruz.
La costumbre de distribuir cenizas a los creyentes salió seguramente de una imitación de la práctica observada en el caso de los penitentes públicos.
En los libros del Antiguo y Nuevo Testamentos, los hombres que se arrepentían de sus pecados se echaban cenizas y vestían sus cuerpos con tela de saco
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