No tengo todo lo que amo,
pero amo todo lo que tengo
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Desconsolada, lánguida, caída
sobre la faz tristísima del viento,
en nube, en luto, en caos soñoliento
la alma del mundo está despavorida.
al hielo la ave y el terror rendida,
no canta el río, calla descontento;
van las estrellas por el firmamento
perezosas negras y sin vida.
¡Qué dormido, qué sólo que está el mundo!
Ni el pájaro más triste se lamenta;
el mar no se oye, el aire está parado.
Las horas pasan con horror profundo.
¿Y yo canto en imagen tan violenta?
Sí, que estoy loco yo y enamorado.
Anónimo (siglo XVII)
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