«Fui protestante durante veinte años antes de convertirme al catolicismo. Hice que muchas personas abandonaran la Iglesia Católica. Mi fórmula para lograr que los católicos dejaran la Iglesia en general estaba conformada por tres pasos: 1. Lograr que los católicos tengan una experiencia de conversión en un entorno protestante; 2. Darle a la conversión una interpretación protestante; y 3. Acusar a la Iglesia Católica de negar la salvación por la gracia». Quien así habla, Steve Wood, fue pastor protestante y director de un Instituto Bíblico hasta que el Señor le concedió la gracia de la conversión al catolicismo.
Fui protestante durante veinte años antes de convertirme al catolicismo. Hice que muchas personas abandonaran la Iglesia Católica. Mi fórmula para lograr que los católicos dejaran la Iglesia en general estaba conformada por tres pasos.
Paso 1: Lograr que los católicos tengan una experiencia de conversión en un entorno protestante.
Muchas iglesias fundamentalistas, evangélicas y carismáticas tienen programas dinámicos para los jóvenes, intensos oficios religiosos todos los miércoles y domingos por la tarde y simpáticos pequeños grupos de estudios bíblicos. Además, patrocinan cruzadas, seminarios y conciertos especiales. Los católicos, invitados por un amigo protestante, pueden asistir a uno o más de estos eventos sin dejar de participar de las Misas de los domingos en su parroquia local.
La mayoría de los oficios protestantes proclama una simple doctrina: arrepiéntanse de sus pecados y sigan a Cristo en la fe. Además, hacen hincapié en la importancia de una relación personal con Jesús y en la recompensa de una vida eterna. La mayoría de los católicos que asisten a estos oficios no está acostumbrada a escuchar semejantes desafíos directos de abandonar el pecado y seguir a Cristo. En consecuencia, muchos católicos experimentan una genuina conversión.
Vale decir que deberíamos elogiar a los protestantes por el fervor que ponen para promover las conversiones.
Los líderes católicos deben multiplicar las oportunidades para que la gente se convierta en un entorno católico.
La razón es sencilla: aproximadamente cinco de cada diez personas adoptan las creencias de la confesión en la que experimentaron su conversión. Este porcentaje es incluso mayor para los que tienen conversiones profundas o experiencias carismáticas gracias a los protestantes. (Créanme que lo sé muy bien; me gradué en un colegio de la Asamblea de Dios y fui ministro de la juventud en dos iglesias carismáticas).
Los pastores, evangélicos, líderes de juventud y ministros laicos protestantes son plenamente conscientes de que las experiencias de conversión en entornos protestantes suelen provocar la adhesión a la fe y a la iglesia protestante.
Preguntas importantes:
- ¿Por qué hay tantos líderes católicos que no se percatan de esto?
- ¿Por qué son tan indiferentes a un proceso que se ha llevado a cientos de miles de católicos de la Iglesia?
Paso 2: «Darle a la conversión una interpretación protestante».
La conversión genuina es una de las experiencias más preciosas de la vida, equiparable al matrimonio o al nacimiento de un hijo. La conversión despierta una profunda hambre de Dios. Los ministros protestantes efectivos capacitan a sus trabajadores para que den seguimiento a este vivo deseo espiritual.
Antes de una cruzada en un estadio, les daba a los trabajadores de seguimiento un curso de capacitación de seis semanas. Les mostraba cómo presentar una interpretación protestante de la experiencia de la conversión haciendo uso selectivo de los versículos de la biblia.
La cita elegida era, por supuesto, Juan 3,3, el versículo sobre «nacer de nuevo»: «Jesús le respondió: Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios».
Utilizaba la técnica «touch and go» (toca y sigue) similar a la que se utiliza en el entrenamiento de pilotos para aterrizajes y despegues. Tocábamos brevemente Juan 3,3 para demostrar que era necesario nacer de nuevo para alcanzar la vida eterna. Luego describía la conversión en términos de nacer de nuevo. Hacíamos un rápido despegue antes de leer Juan 3,5 que hace hincapié en la necesidad de nacer del agua y del Espíritu.
Nunca les decía que durante 20 siglos las Iglesias ortodoxas y católicas, haciéndose eco de la enseñanza unánime de los padres de la Iglesia, ¡entendían que este pasaje se refería al sacramento del bautismo! Y obviamente nunca traía a colación la cita de Tito 3,5 («Nos ha salvado… mediante el bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo») como referencia paralela a Juan 3, 5.
Según mi experiencia como protestante, todos los católicos que tuvieron una conversión en un entorno protestante carecían de una sólida comprensión de su fe católica.
En veinte años de ministerio protestante, nunca conocí a un católico que supiese que Juan 3, 3-8 describe el sacramento del bautismo. No fue muy difícil convencerlos de que ignoraran los sacramentos y al mismo tiempo a la Iglesia que hacía hincapié en los mismos.
El libro de Proverbios dice:
«Parece justo el primero que pelea; mas llega su contendiente y lo pone al descubierto» (18,17).
Los católicos que no cuentan con una base bíblica para sus creencias nunca llegan a escuchar el resto de la historia. Mi uso selectivo de las escrituras hacía que la perspectiva protestante pareciera a todas luces segura. Con el transcurso del tiempo, este enfoque unilateral de las escrituras hizo que los católicos rechazaran su fe católica.
Paso 3: «Acusar a la Iglesia Católica de negar la salvación por la gracia».
Los católicos muchas veces consideran que los protestantes que hacen proselitismo son intolerantes, cerrados o que están llenos de prejuicios. Esto es injusto e impreciso; una caridad profunda vigoriza su fervor equivocado.
Hubo una sola razón por la que hice que los católicos dejaran su Iglesia: pensaba que iban camino al infierno. Creía, por error, que la Iglesia Católica negaba que la salvación fuera por la gracia; sabía que cualquiera que creyera esto no se ganaría el Cielo. Trabajé sin parar hasta convertirlos movido por el amor a sus almas inmortales.
Utilicé Efesios 2,8-9 para convencer a los católicos de que era imprescindible que abandonaran la Iglesia: «Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe.»
- Primero decía «la Biblia indica que la salvación es por la gracia y no por las obras. ¿Correcto?» La respuesta siempre era sí.
- Luego les decía «la Iglesia Católica enseña que la salvación es por las obras. ¿Correcto?» (Nunca conocí a un católico que no dijera que sí. Absolutamente todos los católicos que conocí durante mis veinte años de ministerio confirmaron mi error de que el catolicismo enseñaba que la salvación era por las obras y no por la gracia).
- Finalmente, les decía que «la Iglesia Católica está llevando a sus fieles al infierno cuando niegan que la salvación es por la gracia. Será mejor que formen parte de una iglesia que enseñe cual es el verdadero camino al cielo».
Como además hacía una reseña veloz del libro de Efesios, muy pocas veces cité el versículo 10 que dice:
«En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos».
Presten mucha atención a los evangélicos que predican en estadios, en la televisión y en la radio. Nueve de diez veces hacen hincapié en Efesios 2,8-9, pero NUNCA mencionan el versículo 10.
No somos esclavos que se esfuerzan vanamente por ganar la salvación haciendo «obras de la ley» (Ef. 2, 8-9). Así, como hijos de Dios, estamos inspirados y fortalecidos por el Espíritu Santo para hacer «obras buenas» mientras cooperamos con nuestro Padre del Cielo para extender el reino de Dios (Ef. 2,10)
El catolicismo enseña y cree en el mensaje completo de Efesios 2, 8-10, sin equívocos ni abreviando la verdad.
Durante veinte siglos la Iglesia Católica enseñó fielmente que la salvación es por la gracia.
Pedro, el primer Papa, dijo
«Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús» (Hch 15, 11).
El Catecismo de la Iglesia Católica, completamente refrendado por el Papa Juan Pablo II, dice, «Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios» (número 1996).
El protestantismo comenzó cuando Martín Lutero declaró que somos justificados (considerados rectos) sólo por la fe. Cuando trataba de que los católicos abandonaran la Iglesia, no me daba cuenta de que Martín Lutero agregó la palabra «sólo» a su traducción de Romanos 3,28 a los efectos de probar su doctrina. (La palabra «sólo» no se encuentra en ninguna traducción protestante contemporánea al inglés del versículo Romanos 3, 28).
No me di cuenta de que el único lugar en la biblia en que se hace mención a «fe solamente» en el contexto de la salvación es en Santiago 2,24, en el que la idea de la fe solamente se refuta explícitamente:
«Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente».
Este versículo era perturbador, pero lo ignoré o lo tergiversé para que significara otra cosa que lo que el versículo y su contexto enseñaban claramente.
¿Los católicos deben participar en eventos protestantes?
No tengo inconveniente de que los católicos participen en eventos orientados al protestantismo y actividades ecuménicas valiosas siempre que:
- Tengan una sólida comprensión de su fe católica.
- Conozcan su fe lo suficientemente bien como para manifestársela a un no católico a través de las escrituras y los padres de la Iglesia.
- Tengan la madurez suficiente para darse cuenta de que la presencia más profunda de Cristo no se encuentra necesariamente en un ambiente con demasiado ruido y gran emoción, sino que en momentos tranquilos como en la adoración a la Eucaristía (ver 1 R 19, 11-12).
Desafortunadamente, la mayoría de los hombres y mujeres católicos nacidos después de la Segunda Guerra Mundial no cumplen con dichas condiciones. Para ellos, asistir a funciones protestantes podría significar abrir una puerta que los llevará directo a un camino fuera de la Iglesia Católica.
«Hoy en día hay miles de hombres y mujeres católicos a punto de dejar la única Iglesia por la que Cristo dio la vida». Hace poco escuché que un grupo de hombres católicos decidió no consultar el Catecismo de la Iglesia Católica en su reducido grupo de estudio de la biblia, por considerar que las Sagradas Escrituras eran suficientes. Tres de estos hombres sostuvieron que ya no creían en la verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía. Con mi experiencia puedo saber hacia donde se dirige este grupo: directamente a un camino que los alejará de la Iglesia Católica.
Durante las tres décadas pasadas, miles de católicos dejaron la Iglesia por las posturas protestantes.
La iglesia más grande de Estados Unidos es la Iglesia Católica; el segundo grupo más importante de cristianos en Estados Unidos es el de los ex-católicos. El movimiento de hombres católicos tiene la solemne obligación de ayudar a los hombres a descubrir las raíces bíblicas e históricas de su fe católica. Entonces, en vez de abandonar la Iglesia, se volverán instrumentos para ayudar a otros a descubrir los tesoros del catolicismo.
Recuerden que un hombre que deja la Iglesia muchas veces llevará también con él a su familia (por generaciones y generaciones). (Le llevó cuatrocientos años, 10 generaciones, a mi familia) regresar a la Iglesia después de que una generación de mis antepasados en Noruega, Inglaterra, Alemania y Escocia decidiera abandonar la Iglesia Católica.
Como una persona cuya familia hizo el camino de regreso al catolicismo, permítanme hacerles una súplica personal a los hombres católicos, especialmente a los líderes de diversos grupos de hombres católicos:
No coloquen a católicos sin formación en un entorno protestante. Pueden ganar experiencia religiosa en el corto plazo, pero corren el riesgo a largo plazo de perder la fe. Sería sumamente irresponsable exponerlos al protestantismo antes de exponerlos completamente al catolicismo.
En el funeral de mi padre, veintinueve años atrás, canté, lleno de lágrimas, su himno favorito, «Faith of Our Fathers» (La fe de nuestros padres). Ni mi padre, el hijo de un ministro, ni yo caímos en la cuenta de que la verdadera fe de nuestros antepasados fue el catolicismo romano.
Todos los días agradezco a Dios que me haya hecho regresar a la antigua Iglesia de mis antepasados. Todos los años que Dios me permita pasar en este mundo continuaré proclamando tanto a mis hermanos protestantes como a los católicos incipientes la gloriosa fe de nuestros padres.
¡Paz y bien hermanos!
Steve Wood
¿Quién es Steve Wood?
Ex-director de un Instituto Bíblico en la Florida, Ex-pastor evangélico de una Iglesia interdenominacional. Estuvo sirviendo también en Costa Mesa en la Iglesia evangélica «El Calvario» mientras hacía sus estudios en un Instituto de la iglesia Asambleas de Dios. Trabajó en proyectos de evangelismo juvenil; fue lider de ministerios evangélicos en la prisión; organizó un Instituto de estudios bíblicos para adultos. Después hizo estudios de post-grado en el famoso seminario evangélico de teología Gordon-Conwell en Massachusetts.
Entre otras cosas en su testimonio de conversión Steve dice: «Entre mas estudiaba los primeros siglos de cómo era la Iglesia primitiva mas me daba cuenta que se parecía a la Iglesia Católica. Estudie mas a los «primeros padres de la Iglesia» y escudriñe mas la Biblia. Mas confusión había en mi. Para empeorar la situación, me entere de que dos de mis compañeros más inteligentes y más anti-católicos del seminario evangélico también estaban pensando en hacerse católicos. Un día cuando estaba predicando», continua Steve diciendo, «yo sentí que el Señor me decía: «Ahora o nunca». Si en medio de todos yo daba un paso de fe y reconocía la verdad yo iba a perderlo todo. Perdería mi trabajo como pastor, no podría sostener a mi familia, era mi carrera y era mi llamado. Yo había invertido 20 años preparándome para ser un ministro protestante y Dios me decía: ¡Hazlo, ahora!… y lo hice.»
«Pedí disculpas a mi congregación reunida. Los «ancianos» líderes me siguieron. Yo les dije que ya no podía seguir engañándome a mí mismo. Mi peregrinar hacia la Iglesia que Cristo fundó: La Católica, ya había iniciado. Luego: Oré más, estudié más, conocí la plenitud y llegué. La plenitud de una relación personal con Cristo está en tener una relación personal también con el cuerpo de Cristo: Su Iglesia (1 Cor 12) la Católica…»